Los Proverbios flamencos de Brueghel
Esta obra realizada sobre tabla y con pintura al óleo por el artista belga Pieter Brueghel en el año 1559 se conserva en la actualidad en el Staatliche Museen de Berlín.
Pieter Brueghel el Viejo está considerado como uno de los pintores flamencos más relevantes del siglo XVI, un mérito que también alcanzó en vida, ya que su pintura fue de una extraordinaria temática popular, dedicándose a temas muy de la tradición flamenca, pero a su vez tratando temas universales de una forma muy dinámica y amena. Y es que sus cuadros tienen infinidad de detalles, como si fueran las viñetas de un cómic, en el que cada escena tiene su sentido y su mensaje. Esto es una constante en su obra ya que se aprecia en este cuadro y en muchos otros de su influyente producción como en el caso de su obra Juego de niños.
Aquí, se dedica a plasmar visualmente Los Proverbios flamencos, unos elementos de la cultura popular de su país a los que se les dedicaron muchos grabados en su momento. Sin embargo, aquí Brueghel muestra en imágenes y en un mismo cuadro un gran número de ellos.
De este modo la observación de este cuadro requiere bastante tiempo para irse deteniendo en cada grupo de personajes y en las distintas escenas que lo componen. Y lo cierto es que muchas de estas escenas y símbolos aparecen en otros cuadros del artista. Por ejemplo en la esquina inferior izquierda vemos a un mujer que está atando un diablo son un cojín, algo a lo que Brueghel le dedicó otro cuadro.
Sobre ella se ve a otra mujer que lleva agua en una mano y fuego en la otra. Es la representación de la indecisión. Al lado hay unos cerdos que están quitando el tapón a un gran tonel, lo cual es una imagen de la gula y el exceso. Y junto a la piara se ve un hombre armado como si fuera a la guerra intentando ponerle un cascabel al gato. En cambio otro personaje está intentando esquilar a un cerdo, lo que provoca “mucho ruido y poca lana”. Algo que comentan las mujeres que hay tras él que son las típicas criticonas y alcahuetas que se dedican a la maledicencia.
En definitiva, aquí están representados un sinfín de proverbios tradicionales como “el pez que se come al chico”, o “una anguila agarrada por la cola lo está solo a medias” o “caerse de un buey a un asno”. Todas ellas escenas en un tono moral, didáctico pero también humorístico, lo que hizo que Brueghel fuera un artista muy peculiar y valorado en su época, creador de unas imágenes que han pasado a engrosar la cultura flamenca, ya que fue tremendamente influyente en las generaciones posteriores, gracias a obras como ésta, o Los Mendigos o Cazadores en la nieve.