Matrimonio místico de Santa Catalina de Correggio
Hay cuadros de los que tan apenas hay datos, más allá de su propia existencia física. Y luego hay otras obras de las que se puede rastrear por completo toda su historia, avatares y propietarios. Este óleo sobre lienzo pintado por Correggio entre los años 1525 y 1526, se titula Matrimonio místico de Santa Catalina y es un buen ejemplo de ello.
El gran biógrafo de artistas del Renacimiento, Giorgio Vasari, nombra la obra en sus escritos e informa que la pintura era propiedad del médico Francesco Grillenzoni de Módena. Sin embargo, en 1582 el cuadro fue adquirido por el cardenal Luis d’Este ya que pensaba regalárselo a Catalina Nobili Sforza, la cual estaba emparentada con las familias más poderosas de la época.
A partir de ahí el lienzo fue una codiciada herencia que pasó por las manos de diversos cardenales. Primero el cardenal Sforza de Santa Fiora, luego el cardenal Escipión Borghese y más tarde el cardenal Antonio Barbieri, quien se lo regaló en 1650 al Cardenal Mazarino uno de los hombres más poderosos de Francia en su tiempo. No obstante, cuando Mazarino falleció en 1661, sus herederos decidieron venderle la obra al propio rey Luis XIV. Y como parte del patrimonio de la realeza francesa, hoy en día se custodia en el Museo del Louvre de París.
Lo cierto es que Correggio pintó este tema en varias ocasiones, pero ninguna alcanza el nivel de la obra del Louvre. Además también es la más completa por su carácter narrativo, ya que presenta a la Virgen con el Niño, quien parece aceptar el matrimonio místico con Santa Catalina que ya se ha convertido por completo al Cristianismo y ese vínculo se materializa poniendo un anillo Jesús en el dedo de la joven. Una escena que contempla a su vez San Sebastián, cuyo martirio vemos al fondo del paisaje.
Cuando la realizó, el artista estaba en una fase de esplendor y se estaba dedicando a crear su imagen femenina más icónica, en la que se trata de mujeres hermosas, muy jóvenes, dulces, con aire algo cándido pero también con pizcas de coquetería. En este sentido se pueden ver similitudes entre esta pintura o su delicada Madonna de la cesta.
Otro rasgo de este tipo de pinturas de Correggio es que sabe crear una atmósfera de cierta intimidad. Lo cual los historiadores tienden a relacionar con la propia biografía del pintor, ya que por esos años era una feliz recién casado con Girolama Merlina, una jovencísima huérfana que contaba solo 16 años cuando cautivó con su belleza y gracia al pintor. Y en este mismo sentido también se piensa que el niño utilizado como modelo es igualmente el hijo de ambos.