Monumento funerario a Sir John Hawkwood, Ucello
En muchas ocasiones las obras de arte son estudiadas como objetos aislados de la historia omitiendo el contexto social, cultural o político que las rodea, de esta manera los espectadores tan solo conseguimos obtener una idea parcial de la misma que no nos permite captar la esencia global de la pieza. De esta manera y sin tener en cuenta el contexto histórico del momento no parece razonable que en la conocida basílica de Santa María de las Flores en Florencia encontremos un gran fresco que representa a un mercenario y para más inri de origen inglés.
El monumento funerario o monumento ecuestre de Sir John Hawkwood pintado por Paolo Ucello fue encargado en la primera mitad del siglo XV, en torno al año 1436. La obra debía conmemorar las hazañas bélicas del caballero inglés por quien Florencia sentía un profundo respeto a pesar de haber luchado a favor de los ingleses en la Guerra de los Cien Años. Hawkwood, no era sino un soldado de fortuna es decir un mercenario cuyos servicios se podían contratar por un alto precio. En la situación histórica del momento Italia era un conjunto de ciudades estados en las que las luchas por el poder era continuas por lo que no resultaba extraño la idea de contratar mercenarios al mejor postor. De esta manera el militar libró para Florencia la Batalla de Cascina proclamándose como un héroe de guerra y ejemplo de gran dignatario militar.
Paolo Ucello (1397 – 1475) es un pintor que aún a día de hoy presenta muchas incógnitas para los grandes investigadores del arte. Pintor y matemático a partes iguales sus pinturas demuestran un profundo conocimiento de las leyes de la perspectiva que en aquel momento suponían un gran avance ara la pintura. El artista representó al militar como si de la figura de un clásico militar se tratase, parece innegable la influencia de otras obras ecuestres como el Marco Antonio a caballo, pero más innegable aún es la influencia que Masaccio tuvo para el artista. Igual que el primero hizo en su Trinidad, Ucello coloca la escultura ecuestre sobre un pedestal en que ha tenido en cuenta el punto de vista del espectador quien debía mirar hacia arriba para ver el fresco a la vez que utiliza la perspectiva frontal para representar tanto al caballo como al jinete.
Todo el fresco se encuentra pintado en tonalidades verduzcas como si se tratase de una pieza escultórica de metal maltratada por el paso del tiempo. Quizás fuese esa excesiva tonalidad verdosa lo que no acabó de convencer a los dirigentes de la basílica que obligaron a Ucello a retocar la pieza y según parece a rebajar las tonalidades.
En 1524 el fresco de Paolo Ucello fue retocado por el pintor Lorenzo di Credi quien le añadió una cenefa rectangular enmarcando la pieza y con decoración de grutescos según el gusto de la época.