Muerte de Lucrecia de Rosales
Esta obra realizada por el artista español Eduardo Rosales fue pintada entre 1868 y 1869, y en realidad se trata de una especie de panegírico sobre la República española. Este cuadro se conserva en Madrid, concretamente en el Casón del Buen Retiro.
Con la temática tratada el autor está aludiendo al final de la monarquía en la civilización romana, ya que precisamente retrata el momento en el que Sexto Tarquinio ultraja a Lucrecia, mientras que al fondo se ve a Bruto realizando un sacrificio en honor de la República Romana. De este modo, Eduardo Rosales a partir de la representación de una pintura de carácter historicista está lanzando un mensaje de alabanza a la República española.
Toda la composición nos la muestra en un único plano, construido todo a partir de una pincelada vibrante y muy suelta, en la que dominan los colores de tonos fríos.
Rosales pintó muchas obras de carácter oficial y de temática histórica, en la que pretendía a veces establecer algún tipo de paralelismo entre los acontecimientos del pasado y su propio tiempo. Sin embargo, también compuso otros muchos cuadros mucho más libres, y orientados hacia la venta, tal vez buscando el mayor dinero posible que le hicieran olvidar sus orígenes más bien humildes.
Y eso que a partir de 1859 consiguió recibir una pensión que le permitía trabajar con cierta holgura económica, a lo que habría que sumar que se presentaba a diversos concursos y ganó sus premios en más de una ocasión. E incluso en 1867 fue nombrado Caballero de la Legión de Honor. No obstante, todos esos éxitos no impidieron que muriera joven en 1873 a la edad de 37 años, a consecuencia de la tuberculosis, sin duda alguna toda una plaga en aquella época y también la enfermedad más romántica de la historia.
Como romántico era el estilo artístico que define la gran mayoría de obras de Eduardo Rosales, en el cual causó una enorme influencia pintores románticos franceses del siglo XVIII. De ellos sobre todo admiraba y tomaba para sus cuadros sus composiciones. Y éste de La Muerte de Lucrecia es un buen ejemplo en ese sentido, ya que aquí se aprecia la característica teatralidad muy aparatosa de la pintura de historia de ese estilo.
En ella en realidad estuvo trabajando durante cuatro años, y aún así cuando la expuso en público, mucha parte de la crítica la definió como una obra inacabada. Es decir, se trató de una obra muy incomprendida en el momento. Y eso se debió a que Rosales no aplicó el acabado establecido por los cánones más académicos.
Aún así, Rosales defendió su creación y dijo de ella que era “una obra de impresión, de impresión vigorosa y enérgica, que ante todo debe hablar al alma y no a los sentidos”. Pero no hay que engañarse, esa impresión no tiene nada que ver con el futuro Impresionismo. Se trata más de su concepción vanguardista de la historia, teniendo en cuenta el momento en que fue pintada.