Mujer con raya verde, Matisse
La mujer con raya verde es una de las obras más conocidas e irreverentes del artista fauvista Henri Matisse. En la actualidad Matisse es conocido como uno de los padres del fauvismo, sin embargo en su formación comenzó relacionándose con artistas impresionistas –de los que heredará su pasión por el colorido- y posteriormente con Cezanne de que adquirió las estructuras sólidas con composiciones cercanas al cubismo.
Quizás sus inicios entre uno y otro movimiento se debieran a las tendencias artísticas que pudo observar en sus viajes. Matisse no contó con una formación artística continuada en un taller artístico sino que estudió derecho y tan sólo acudió a algunos cursos esporádicos de arte.
A comienzos del siglo XX Matisse posicionó a la cabeza de un nuevo grupo artístico que mezclaba las composiciones planas con el uso indiscriminado del color alejándose de la realidad, el fauvismo o fovismo. El termino fovismo fue adquirido por el grupo de artista que encabezaba Matisse después de que un crítico de arte los identificase despectivamente como “Fauves” o fieras.
En el Salón de Otoño celebrado en 1905 el artista presentó un conjunto de lienzos entre los que se encontraba este retrato de su mujer. Se trata de un pequeño retrato realizado con la técnica de óleo sobre lienzo de 400 cm de altura y 300 de anchura. Se trata de la representación de un rostro trabajado bajo los principios pictóricos del nuevo movimiento fauvista.
La figura representada es la esposa del artista y aparece ataviada con una estética que remite a la cultura japonesa: el pelo recogido en un moño alto y una camisa carmesí de cuello pico y cuellos blanquecinos. El rostro aparece dividido en dos partes, los ojos son ligeramente almendrados y están enmarcados por unas gruesas cejas. El fondo, aunque neutro es igual de irreal y está compuesto por cuatro manchas de distintos colores.
No obstante Matisse deja muy atrás la antigua tradición de captar la psicología del personaje a través del retrato, en esta ocasión el artista está más preocupado de la composición cromática que de realizar una verdadera caracterización de su esposa. El dibujo es más bien esquemático, basado en rasgos fundamentales y alejándose de los pequeños detalles que caracterizan el rostro e influido por la reducción de masas que Cezanne ya había aplicado a sus bodegones o paisajes naturales y que incluso podría entroncar con las formas simples que la estética cubista planteará en otro de los movimientos vanguardistas.
El color es el protagonista del lienzo, y son colores vivos y brillantes con un matiz ácido que otorga frialdad a la figura. Siguiendo las pautas fovistas el artista plantea una ruptura entre el colorido y la realidad. La luz o la profundidad apenas son apreciables y han quedado relegadas en pro del intenso cromatismo.
En la actualidad el lienzo es una de las obras más valoradas del artista vanguardista sin embargo durante su exposición acarreó un buen número de críticas a las que el artista respondió diciendo que “no se trataba de una mujer sino de un cuadro”.