Bailarina de Matisse
Henri Matisse conoció en 1920 a Henriette Darricarrere, una joven estudiante, que durante los siete siguientes años iba a ser la principal modelo del artista, para quién acabaría trabajando en exclusiva, ya que cuando la conoció colaboraba posando para otros artistas, principalmente fotógrafos. En fin, Henriette es la representada en este óleo pintado al óleo por Matisse en Niza en el año 1927.
De la joven obviamente le atrajeron sus cualidades físicas, tanto que la usó para sus pinturas y también para alguna de sus obras escultóricas. Pero también le atrajeron las propias cualidades artísticas de la muchacha, capaz de transformarse en mil y un personajes. De hecho, incluso Matisse le animó a que esa capacidad la aumentará estudiando danza, música e incluso pintura.
No hay que pensar que la relación entre ambos profundizó tanto que acabaron siendo algo más un artista y su modelo, sobre todo desde un punto de vista sexual. No. Simplemente le admiraban por sus formas y le gustaba pintarlas, pero conocía perfectamente a la familia de Henriette, ya que su casa estaba muy cerca de su taller de trabajo. E incluso, en ciertas obras Matisse dispuso a su hija Marguerite con la modelo, ya que tan solo las separaban cuatro años de edad, y con la que acabó fraguando una buena amistad. De hecho, la relación entre los Matisse, incluida la esposa Amelie, y Henriette fue casi familiar, compartiendo escapadas de Niza a París o días de vacaciones.
Lo cierto es que durante los años que posó para él, surgieron obras muy interesantes, pero obviamente el paso del tiempo hizo que la muchacha, siendo ya toda una mujer, acabará enamorada de un joven, que no le cayó precisamente bien a Matisse. De esta manera la relación sufrió un deterioro y cuando Henriette contrajo matrimonio en 1828, y eso supuso el final para esas sesiones de posado.
Entonces, Matisse buscaría otra modelo fija, ahora la rusa Lydia Delectorskaya, y esta sí que conquistaría el corazón del viejo pintor, provocaría los celos de su esposa y acabaría siendo la causa del divorcio entre ambos.
Pero volviendo a Henriette Decarriere, en este caso nos la presenta como una bailarina, ya que por aquel entonces Matisse tenía en su estudio diferentes vestidos de ballet empleados para diseñar distintos decorados y vestuarios de espectáculos.
La hace vestirse y luego se dedica a pintar una tela muy notable por la absoluta simplicidad de su paleta, algo muy habitual en otras de sus obras como por ejemplo en su famosa La Danza o en Bañistas con tortuga. Una simplicidad de colores, fuertes como corresponde al arte fauvista, que se sostienen con una composición completamente equilibrada, ya que la construye con tres bandas horizontales en el fondo, que sirven para acentuar con enorme potencia la figura de la mujer.