Pintura Prehistórica (IV)
En la Gironde francesa se encuentran también destacados ejemplos de este tipo de arte, aunque la primacía se la lleva el núcleo pirenaico, con ejemplos como Niaux, Les Trois Frères o la cueva de Le Tuc d´Audoubert que cuenta un curioso ejemplar de escultura modelada en arcilla que reproduce a tres bisontes, recortados desde el suelo y fijados en la pendiente del muro.
Al otro lado de los Pirineos, nos encontramos con más de cincuenta ejemplos de arte parietal, pero de todas ellas la primacía absoluta corresponde a la cueva de Altamira (Santillana del Mar, Cantabria), con una serie de pinturas datadas hace unos 15.000 años. El recinto se divide en dos zonas, que muestran cerca de las trescientas representaciones entre los grabados y las pinturas. En el primer espacio, no lejos de la entrada esta el “Techo de la gran sala de las figuras policromas”, con la representación de bisontes sobre todo, pero también de caballos, ciervos, y algunos signos, entre cuyas figuras destaca un gran bisonte, representado junto al artículo. Observamos que el trazado de la silueta está realizado con negro-carbón, definiendo a la perfección la figura, mientras que el cuerpo está coloreado con gamas tonales marrón – ocre, que producen la sensación de gradación tonal que sugiere el bulto del animal. Este se acentúa mediante el recurso de utilizar el saliente natural del muro de la cueva, haciéndolo coincidir con el vientre para aumentar el relieve corporal. Las proporciones del bisonte están perfectamente adaptadas a las medidas reales, puesto que se trata de una pintura naturalista, con una fiel representación de los ojos, las crines, las pezuñas, etc. A la hora de representarlo el artista usa el perfil absoluto. Carece de cualquier referencia espacial, además de composición, lo que incide en la teoría de imagen ritual.
En la segunda sala, de más difícil acceso está decorada con figuras negras de bisontes, cérvidos, caballos, cabras, jabalíes, un mamut, un alce, un felino, un lobo y algunas figuras indeterminadas. Probablemente serían las figuras más antiguas de todo el recinto.
Cerca de Santillana del Mar encuentran una serie de cuevas entre las que destacan la Pasiega o la del Castillo, con más de ciento cincuenta representaciones de animales (ciervos, caballo, bisontes, gamos, osos o elefantes), además de de un centenar de manos pintadas y gran número de signos. En Asturias la presencia de cuevas va disminuyendo hasta alcanzar la de Peña Candamo, en que predominan los uros, caballos, ciervos y numerosos grabados. En la zona es de destacar también la de Tito Bustillo (o cueva del Pozo del Ramu), que incluye dos espacios, el del “panel de los policromos”, con representaciones de caballos y renos y otro espacio (actualmente situado a la entrada) con figuras negras, representaciones de formas vulgares y numerosos grabados.
Al sur de la cornisa cantábrica se hallan unas quince estaciones de arte parietal, entre las que cabe destacar en la provincia de Burgos, Atapuerca u Ojo Guareña. En Extremadura la cueva de Maltravieso, con grabados zoomorfos y manos, en Guadalajara, nos encontramos con la Cueva de Los Casares (cerca de Sahelices) que posee también grabados zoomorfos y antropomorfos. Las que se encuentran más al sur están en la provincia de Málaga, son las cuevas de Nerja, Ardales o La Pileta y las más orientales se encuentran en Parpalló (Valencia), ya que en la fachada mediterránea son muy escasas las cuevas con arte paleolítico.