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Pinturas de San Miguel de Foces

Publicado por A. Cerra
San Miguel de Foces

San Miguel de Foces

Esta iglesia medieval de Huesca, en España, es una fundación de don Ximeno de Foces en 1259 quién la concibió como panteón familiar, de ahí que en ella se encuentren varios sepulcros. Entre ellos el del fundador y de su hijo en el lado de la Epístola.

Precisamente son las pinturas góticas las que hacen valioso al templo. Unas pinturas que se hallan en los laterales de los sepulcros del crucero, decorando el fondo y los laterales del arco y las albanegas.

Se trata de un conjunto mural realizado con las técnicas del temple y al fresco, y datado en fecha bastante temprana, concretamente al año 1302. Y pese a esa fecha tan pronta se trata de uno de los conjuntos del Gótico Lineal mejor considerados dentro de este estilo en el territorio español.

Si bien, algunos investigadores piensan que en su ejecución participaron dos artífices distintos. El más cualificado para las pinturas próximas al Sepulcro de Ximeno de Foces, mientras que el artista que pintó las del sepulcro de su hijo sería un pintor menos evolucionado. Por lo tanto el conjunto mural más interesante son las del fundador.

En él vemos, en el frente del arco unos escudos. Y al fondo del arco, la pintura se divide en dos registros que se hacen eco de la estructura del tímpano. En la parte inferior aparece el Crucificado con la Virgen y un Apostolado, mientras que en la zona superior se descubre a Cristo en Majestad rodeado de ángeles con incensarios, es decir, el tema de la Salvación.

El mismo esquema de la pintura en dos registros aparece en el sepulcro de su hijo Atho de Foces, aunque en este caso en el inferior está la Ascensión del alma de Cristo al cielo, y en el superior vemos a Jesús en la Cruz.

En uno y otro caso, se trata de pinturas de carácter muy naturalistas, bien distintas a las pinturas anteriores que se hicieron durante la época románica. Ese naturalismo sobre todo se manifiesta en el uso dinámico de la línea, y provocando gestos muy expresivos en el que los personajes se miran entre sí o adoptan poses cargadas de significado, de modo que se plantea una relación lógica, real y natural entre los personajes representados.

Se trata de unas obras realizadas con exquisito cuidado, usando una gama de colores poco contrastados y muy suaves, a base de verdes, azules y carmín. Lamentablemente gran parte de ese colorido se ha perdido debido a los propios materiales que se usaron. Porque la combinación en pinturas medievales de la técnica del temple y del fresco ha hecho que en muchos casos no hayan resistido bien el paso del tiempo.

Y un dato curioso es observar las formas que se aplican a la pintura de este momento, que sin duda están muy emparentadas con las figuras que aparecen en las típicas vidrieras góticas. De ahí que haya gruesas líneas delimitando los personajes, lo que recuerda a las emplomaduras que sujetan los vidrios. Y es que es lógico que los artistas de aquellos años, aunque fueran de oficios y disciplinas distintas, interactuaran y se influyeran unos a otros.