Pinturas de San Fructuoso de Bierge
En un pequeño pueblo de la provincia de Huesca se conserva una iglesia románica que guarda uno de los conjuntos pictóricos más interesantes del arte medieval español. Es cierto que son mucho más famosas obras románicas como las pinturas murales de Tahull o las de la Colegiata de San Isidoro de León. Pero lo que distingue estas pinturas de la ermita de San Fructuoso de Bierge es que representan el paso del arte románico al gótico.
Una obra en la que además se distinguen dos artistas distintos. Ambos trabajaron aquí en la segunda mitad del siglo XIII, y en los dos casos son anónimos, de manera que sencillamente son conocidos como el maestro primero y el segundo de Bierge.
Se trata de todo un ciclo de pinturas en centradas en las vidas de San Nicolás de Bari, San Juan Evangelista y el propio santo del templo, San Fructuoso.
Las más antiguas son las que están en la zona más alta. Como por ejemplo el Calvario. Todo un repertorio en el que cada escena está perfectamente delimitada en registros cuadrangulares. Puede recordarnos de alguna manera a las viñetas, y de hecho esa forma de ordenar la pintura está vinculada con los libros miniados de la época.
Pero lo más interesante son los rasgos estilísticos que la unen con el incipiente arte gótico lineal que ha llegado hasta estas tierras. Son pinturas con unos colores muy vivos, y cada mancha de color está perfectamente limitada por la silueta del dibujo. Un elemento que sin duda vincula la pintura con un arte muy relacionado con el gótico: las vidrieras, donde cada vidrio coloreado va rodeado por la armazón metálica que los sostiene. Pero en la pintura esa línea se convierte también en un elemento de unión, ya que así se da ritmo y sinuosidad a las formas.
Respecto al anterior arte románico se puede apreciar que hay menos hieratismo en las figuras, que ahora comienzan a interrelacionarse entre sí y con el entorno. Además de que son mucho más expresivas.
Lamentablemente el conjunto de las pinturas medievales de Bierge no ha llegado íntegro y unido hasta nuestros días. Una parte de estas obras fueron arrancadas y expoliadas en el pasado siglo XX, y por trozos se vendieron tanto a particulares como a grandes museos. De forma que en la actualidad algunos de esos trozos se exponen en sitios tan dispares como el Museo Nacional de Arte de Cataluña en Barcelona o en otros muchos más lejanos tanto de Canadá como de Estados Unidos.