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Presentación del Niño en el templo de Gentile da Fabriano

Publicado por A. Cerra

Presentación en el templo de Gentile da Fabriano

Gentile da Fabriano (h. 1370 – 1427) viajó por diversas zonas de Italia, lo cual sirvió para que él fuera uno de los responsables de la expansión del estilo gótico internacional por el país trasalpino. En ese estilo dio forma a toda su producción, si bien sus cuadros como esta Presentación del Niño en el templo o su célebre Adoración de los Magos, tienen un sello personal e inconfundible.

Y es que el arte de Gentile da Fabriano se caracterizó por su capacidad para saber aprovechar cada centímetro de sus tablas, aportando figuras o elementos que siempre suponen contenido o actividad al conjunto y a la escena principal. Y todo eso lo hace con un tono algo ligero, poético, hasta fantasioso, recurriendo a las dosis justas de realismo para que el episodio que nos narra resulte convincente a los espectadores.

También otra nota distintiva de su arte gótico es el tono decorativo de sus composiciones. Un factor muy del gusto de los encargantes de la época. En realidad todas las características de su arte le hicieron ganarse un enorme prestigio en vida. Por eso viajó tanto y no le faltó trabajo, realizando un buen número de obras. Lamentablemente, muchas de las cuales solo se conocen por documentos de época, ya que la mayor parte de su producción no ha llegado hasta nuestros días. Solo unas pocas tablas elegidas han superado el paso de los siglos.

Fue originario de la región de Las Marcas, concretamente de la población de Fabriano. No obstante, quedó huérfano de madre siendo un niño, mientras que su padre se retiró a un monasterio. De manera que desde joven empezó a buscarse la vida y se piensa que marchó a la vecina Toscana donde comenzó a formarse como pintor.

Luego llegarían más viajes por su región natal y también por Lombardía, Toscana, Umbría e incluso llegó hasta Venecia. De todos esos lugares aprendió algo de su tradición pictórica y luego lo incorporó a su estilo. Lo cual también le servía para captar nuevos clientes y encargos allá donde fuera. Tenía esa capacidad de generar obras muy atractivas y de apariencia rica, lo cual gustaba mucho a la clientela aristocrática y eclesiástica para la que trabajaba. De hecho acabó llegando hasta Roma en 1427 donde recibió un encargo del propio Papa Martín V, una obra que no concluyó ya que murió ese mismo año en la actual capital italiana.

Por suerte nos han llegado otras obras como esta pequeña tabla (25 x 65 cm) que hizo en 1425. Un cuadro donde se ve toda la sensibilidad anecdótica que caracteriza la pintura de da Fabriano. Y es que aquí vemos en el centro, bajo unas arcadas, la que es la escena principal, pero los detalles de interés prosiguen a izquierda y derecha. A un lado se pueden ver unas elegantes damas contemplando lo mismo que nosotros dentro del templete central. Mientras que en el otro lateral, hay dos mendigos en la calle completamente ajenos al episodio que da título al cuadro.