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Retablo de Boulbon

Publicado por A. Cerra

Retablo de Boulbon

Se desconoce a ciencia cierta el autor de esta tabla pintada al óleo hacia el año 1460, así que el Museo del Louvre de París donde se guarda, sencillamente se lo adjudica a un “maestro provenzal”, o sea, de la región del Provenza en Francia, y es que hay muchos datos para ubicar allí la obra.

Vemos que además de las figuras relativas a la Trinidad, aparecen a la izquierda dos personajes. Son San Agrícola y el donante. El primero, el santo fue obispo de Aviñón en el siglo VII. Y aquí aparece ataviado con las ropas de su cargo y pone su mano protectora sobre la cabeza del donante, Jean de Montagnac. Este personaje real sería quien encargó la obra para el priorato de Boulbon, pero como también era canónigo de la iglesia de San Agrícola de Aviñón, por eso aparece el obispo.

Estos dos personajes están rezando mientras contemplan como se levanta de su tumba el cuerpo de Jesús. Y a él le dirigen unas palabras, que incluso se pueden leer, ya que están escritas en letras góticas como saliendo de su boca.

De este modo, el obispo dice en latín:

Pero estos dos personajes no solo se están refiriendo a Jesús, en realidad están ante la Santísima Trinidad, cuya imagen por aquellos años era objeto de debate entre las distintas corrientes eclesiásticas. De este modo, aquí vemos con toda nitidez el cuerpo del Hijo, capaz de mostrarnos sus heridas de muerte pese a que se nos aparece vivo.

Y a su derecha está la cabeza de Dios Padre, el cual lo está mirando fijamente, y por los rayos que salen de las bocas de ambos, parece que se hablan. Si bien el pintor tal vez haya querido representar su aliento que queda unido por la presencia de una paloma, o sea, el Espíritu Santo.

Toda la imagen está plagada de símbolos que remiten a los episodios de la Pasión de Cristo. Allí está el recipiente de agua donde se lavó las manos Poncio Pilatos, el látigo y las varas con las que fue flagelado Jesús mientras permanecía atado a una columna. También está la lanza que le atravesó un costado o la esponja con hiel. En definitiva, el cuerpo martirizado de Jesús y todos esos objetos conocidos por los fieles se muestra de forma muy explícita y dramática para evocar el sacrificio de Jesucristo y la ceremonia de la comunión.