Retablo de la Santa Cena de Dirk Bouts
Este retablo conservado en la iglesia de San Pedro de la ciudad belga de Lovaina se realizó en el año 1464 y consiste en un conjunto de tablas pintadas con la técnica del óleo.
Dirk Bouts recibió el encargo de ejecutar esta obra por orden de la cofradía del Santísimo Sacramento de Lovaina, para los cuales hizo una obra bastante compleja que solo habrían de comprender los más versados en la fe cristiana.
Está claro que la tabla central ocupa un tamaño mayor y posee el máximo protagonismo gracias a una representación de la Última Cena de Jesús con sus Apóstoles, pero en los laterales aparecen otras cuatro escenas menores que en realidad son una especie de reflexiones sobre aquel acontecimiento que narra la Biblia, así como presenta momentos que pudieron ser antecedentes del sacramento de la Eucaristía.
De ahí que la tabla izquierda de este retablo nos muestre por un lado el episodio de Elías buscando alimento en el desierto, mientras que en su parte inferior se identifica la Celebración de la Pascua. Mientras que en la tabla derecha, también dividida en dos partes, podemos ver arriba a Abraham y Melquiset, y abajo se identifica el pasaje de la recogida del maná. Tal vez, hoy en día todos esos pasajes bíblicos son desconocidos para nosotros, pero hay que tener en cuenta que en el siglo XV, la gran mayoría de gente tenía un gran conocimiento de este tipo de episodios relatados por la literatura cristiana.
Eso en lo referente a la temática de la pintura, y en cuanto a las características pictóricas de la obra hay que decir que en general se aprecia que todos los rostros de los personajes responden a estereotipos. Más interesante es ver como el pintor utiliza diferentes tipos de perspectivas para lograr representar las diversas escenas, sobre todo en la principal de la tabla central. Ahí por ejemplo se puede comprobar cómo usa una perspectiva aérea para pintar la mesa, mientras que para el pavimento emplea una perspectiva a distancia. Y además dispone a todos los personajes en una organización jerárquica donde la figura que más sobresale es la de Jesucristo.
Y todo el conjunto se ilumina a partir del mantel blanco que es el mayor punto de luz, y sobre él aún destaca más el color inmaculado de la Hostia Sagrada, que al final es la gran protagonista de la escena.
La disposición de toda la escena es como si estuviera congelada, compuesto todo ello a partir de los triángulos que forman los distintos elementos, como por ejemplo el triángulo central que forman las cabezas de Jesús y los dos Apóstoles que nos dan la espalda. Un triángulo que a su vez está envuelto por otro mayor que forman el resto de figuras en torno a la mesa.
De hecho, entre las cabezas y diferentes objetos de la sala se pueden construir muchas otras líneas y triángulos, algo que sin duda el pintor tuvo muy en cuenta y estudió a la hora de componer el cuadro, si bien logró que no queden claras a primera vista, sino que sea nuestra imaginación la que los reconstruya, ya que Dirk Bouts únicamente las sugiere, y hace que el espectador dirija su mirada hacia los elementos con mayor protagonismo: el rostro de Jesús, su mano bendiciendo a los comensales y a los espectadores, y a la Hostia como si los Apóstoles y todos los que están viendo el cuadro fueran a comulgar.