Retablo de Santa Columba de Van der Weyden
Aunque hoy en día este retablo de 1455 se expone en la Alte Pinakothek de Munich, originalmente el artista flamenco Rogier Van der Weyden lo pintó para la iglesia de Santa Columba en la ciudad alemana de Colonia. Y allí tuvo como gran referente artístico en espectacular retablo que había hecho Stephen Lochner para la catedral de la ciudad.
La obra de Van der Weyden tiene como motivo central la escena de la Adoración de los Magos, mientras que en sus laterales está La Anunciación, a la izquierda, y la Presentación en el Templo, a la derecha. Y en cualquiera de las tres, la figura de la Virgen parece ser la misma.
Cuando el artista recibió este encargo, lo cierto es que ya era un pintor muy reputado, y hasta había hecho su gran obra maestra de El Descendimiento de El Prado en Madrid. Así como otros muchos retablos, como el Tríptico de los Sacramentos.
Por ello contaba con un amplio taller para realizar los abundantes encargos que recibía. Así que no ha de extrañarnos que esta obra de Santa Columba haya figuras y detalles que claramente no son atribuibles a los pintores que formaban su taller. Por cierto entre ellos estaba su hijo, y también un joven Hans Memling, quien tiene entre sus obras maestras otro célebre cuadro dedicado a la Adoración de los Reyes Magos.
Van der Weyden realizó en diversas ocasiones ciertos temas bíblicos, pero el caso de la Adoración de los Magos que vemos en la tabla central de este retablo es un caso excepcional en su producción. Y eso seguramente se deba a que en la Catedral de Colonia, uno de los objetos más venerados es el relicario donde se dice que se conservan las reliquias de los Reyes Magos.
La verdad es que la influencia alemana en este cuadro se manifiesta en diversos detalles. Por haber influencia alemana, incluso la iglesia que se representa se puede identificar con el templo románico de San Gereón de Colonia. Y aparte de eso hay otros detalles más puramente pictóricos que sin duda tomó de la tradición germánica. Desde la centralidad de la figura de la Virgen a la perfecta identificación de otros personajes con los que antes había pintado Lochner.
Aunque para estas fechas, Van der Weyden había viajado a Italia y había conocido de primera mano obras del Renacimiento, la verdad es que aquí hay detalles plenamente góticos. Por ejemplo, no hay ninguna pretensión respecto a plasmar la perspectiva. Todo lo importante de las escenas parece acumularse, sin excesiva atención a dar la sensación de profundidad espacial.
Por otro lado está el exquisito detalle que caracteriza al pintor y en general a la pintura flamenca, sobre todo para los elementos y figuras que hay en los primeros planos. E igualmente son característicos de este maestro del Gótico, los vivos colores del óleo aplicados sobre la madera.