Retrato de Chateaubriand de Girodet

Retrato de Chateaubriand de Girodet
Esta obra pintada con óleo y sobre lienzo se encuentra en el museo francés de Saint Maló. Y fue realizada en el año 1809 por el retratista romántico francés Girodet (1767 – 1824).
El movimiento artístico del Romanticismo surge en Francia, y precisamente en el taller del pintor más neoclásico del momento: Jacques Louis David. Por lo tanto es un estilo artístico que se sobremonta en el tiempo al Neoclasicismo desde 1817 a partir del nuevo estilo que emplean algunos de los discípulos de David, entre ellos el propio Girodet.
Girodet fue un artista que estuvo muy relacionado con el literatos del Romanticismo, y también estuvo muy en contacto con la Revolución de los Borbones, lo cual se corresponde con una ideología con la que se pretendían restaurar y recuperar muchos de los valores del Antiguo Régimen, que la Revolución Francesa de 1789 había dejado atrás.
De esta corriente artística, de pensamiento y de política, el máximo representante era el escritor Francoise René de Chateaubriand, cuyos textos abogan por una restauración neoespiritual y neocatólica. Por eso, Girodet que estaba plenamente de acuerdo con esos preceptos le retrato en esta ocasión transmitiendo esa imagen de mentor y de gran personaje.
Nos presenta al escritor vestido con la ropa de moda en la época: un pantalón estrecho, con chaleco, una chaqueta larga como de frac, el cuello alto, pañuelos y el pelo muy despeinado. Un aspecto pensativo teniendo a sus espaldas la ruinas de Roma, concretamente el Coliseo. Parece más un místico que un escritor, si bien cuando vio la obra el mismo Napoleón no dudó en decir que parecía un conspirador que había entrado por la chimenea.
No fue esta la única ocasión en la que la pintura de Girodet se relaciona con la literatura de Chateaubriand. Otro de sus cuadros es la Muerte de Atalá, inspirado directamente en una obra de este literato.
Uno de los rasgos de la pintura de Girodet es que él contornea perfectamente las formas, casi trata las figuras como si fueran esculturas, sin mezclarse sus formas con el ambiente, algo que le emparenta mucho con la pintura de estilo neoclásico. Y también es habitual que los fondos de sus obras sean de tonos bastante neutros, presentando a los personajes como si estuvieran en paralelo con la superficie de la tela. De hecho, basta ver este retrato para comprobar cómo la figura de Chateaubriand se realza y se distancia claramente del paisaje donde lo ubica.