Retrato de Gauss de Chistian Albrecht Jensen
Lo primero que hay que mencionar sobre esta obra es identificar al personaje retratado. No es otro que el alemán Carl Friedrich Gauss (1777 – 1855), uno de los matemáticos más admirados de todos los tiempos gracias a la resolución de numerosos problemas aritméticos y hallazgos como la función guaussiana o el teorema fundamental del álgebra, cuyas aplicaciones sigue vigentes hoy en día.
Esta eminencia fue retratada en diversas ocasiones, pero la efigie suya que ha pasado a la posteridad se le realizó en 1840 el pintor danés Christian Albrecth Jensen (1792 – 1870). Una obra que hizo el pintor en un momento de madurez creativa pero con ciertos problemas para recibir encargos en su país natal, motivo por el cual aceptó el pedido del Observatorio Pulkovo de San Petersburgo que le pidió retratar a los principales científicos internacionales. Por eso en la actualidad esta obra forma parte del Museo Estatal Pushkin de Moscú.
Como decimos, para entonces Jensen era un pintor consumado pero ya habían pasado sus mejores años, comercialmente hablando. Antes de eso tuvo periodos de mucho más reconocimiento, de hecho se le considera uno de los integrantes del la Edad de Oro del arte danés, un periodo de corte neoclásico en la primera mitad del siglo XIX.
Jensen como muchos compatriotas artistas se fue siendo un veinteañero a Italia a conocer el arte clásico, y ahí entabló amistad con el escultor danés por antonomasia de ese momento: Bertel Thordvalsen. De hecho a él, como a varios colaboradores de su equipo los llegó a retratar.
Y es que desde el principio Jensen se decantó por esta vertiente de la pintura, la retratística. Tanto que se estima que a lo largo de su vida pudo hacer más de 400 retratos distintos. Muchos de ellos a grandes personajes de su país, como por ejemplo el escritor y cuentista Hans Christian Andersen.
No obstante, siempre se mostró como un autor no estrictamente neoclásico, e incluso algún crítico le acusaba de entregar sus pinturas sin acabar por completo, dado su estilo no tan definido como gustaba a los académicos, que abogaban por una pintura que sobre todo estuviera excelentemente dibujada. A eso se sumaron sus ideas políticas, también algo alejadas del espíritu excesivamente nacionalista de su tiempo. De ahí que a partir de 1830, sus encargos decrecieran paulatinamente y tuviera que buscar clientes lejos de Dinamarca. Encontrando así pedidos tan interesantes como este, que le sirvió para pintar al conocido como Príncipe de las Matemáticas, el apodo con el que Carl Friedrich Gauss ha pasado a la historia.