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Retrato de María Tudor

Publicado por A. Cerra

Retrato de María Tudor

Pocos estilos a lo largo de la historia del arte son más excepcionalmente británicos que el llamado Estilo Tudor. Y sin embargo, uno de los cuadros que mejor ejemplifican esta corriente artística se encuentra en el Museo del Prado de Madrid, donde está el retrato de María Tudor que realizó en 1554 el pintor Anthonis Mor van Dashorst. Si bien quizás no ha de extrañar en demasía que la obra se halle en la capital española, ya que la retratada, la propia María Tudor, fue la segunda esposa del monarca hispano Felipe II.

Los Tudor eran la dinastía reinante en Inglaterra, y por eso este estilo lleva ese nombre. En cuanto a María Tudor no se casó por amor con el rey español, sino por motivos geopolíticos para plasmar una alianza de ambos países contar Francia.

Y artísticamente el estilo Tudor viene a representar el paso de las formas más perpendiculares y floridas del arte gótico en las Islas Británicas a la influencia del Renacimiento italiano, cuyos artistas viajan por estos años por todo el continente y expanden su arte.

En definitiva que en este retrato podemos ver algunos de los elementos que caracterizan esta forma de pintar. Vemos una mujer sobre la que el pintor no solo ha hecho un fidedigno retrato de la realidad física, sino que también plasma un profundo estudio psicológico. Y es que fácilmente se transmite toda la energía de esa mujer, su entereza y obstinación, e incluso se puede entrever en su mirada ese carácter cruel por el que ha pasado a la historia.

Y a esa forma tan realista de pintarla se le unen ciertos detalles que nos aportan más información sobre el personaje. Por ejemplo gracias a las joyas, los lujosos guantes que lleva en una mano, y la rosa roja que lleva en la otra, ya que esa flor era el símbolo de la dinastía de los Tudor.

El retrato tiene en su pose y rigidez algo propio de las obras escultóricas. Como si fuera una figura pétrea y corpórea en la que destaca el volumen de la cabeza, que por otra parte es el área más luminosa de la tela.

En cuanto al estilo pictórico propiamente dicho, hay quien ha visto parecidos con los retratos que hizo el italiano Bronzino en la corte de los Medicis, y también quien aprecia rasgos compositivos cercanos a los retratos que realizó Tiziano para los Habsburgo, especialmente para el rey español Carlos I. Sin embargo, aunque haya elementos compositivos similares, es obvio que no posee su dominio del color, y aquí hay una mayor frialdad, y también un gran afán por incluir los más nimios detalles.