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Retrato de Sonia Klamery de Anglada Camarasa

Publicado por A. Cerra

Retrato de Sonia Klamery de Anglada Camarasa

Este es un retrato que realizó el pintor español Hermenegildo Anglada Camarasa (1871 – 1959) a la condesa de Pradère, cuyo nombre era Sonia Klamery. Una obra que ejecutó en el año 1913 y que actualmente es una de las pinturas más admiradas del Museo Centro Nacional de Arte Reina Sofía de Madrid.

Sin duda en la obra podemos rastrear las modas estéticas de aquella época. En los colores hay una clara influencia de las tendencias expresionistas y fauvistas, si bien lo que seguramente más llame la atención sea el tono exótico y elegante de la imagen, muy en la línea más decorativista que representa Gustav Klimt con obras como El Beso dentro de la Sezession Vienesa.

Está claro que estamos ante una obra de inspiración modernista, el estilo más de moda en el momento en el que pintó el cuadro, y más aún en la ciudad donde lo hizo: París. Allí Anglada Camarasa se había quedado prendado del arte de creadores como Toulouse Lautrec, o Van Dongen. Sin olvidar la influencia que ejercieron en él muchos de los espectáculos de danza y de ballet a los que asistió. Unos eventos que entonces proponían arriesgadas estéticas en cuanto a los decorados o el vestuario.

Lo cierto es que son muchos los críticos de arte que piensa que esa fue la gran influencia en el arte de Anglada Camarasa: los ballets rusos, tan tremendamente innovadores en todos los aspectos desde la música y el baile hasta sus telones o los atuendos que lucían los artistas.

Al pintor español le acabaron por embriagar aquellos colores tan poderosos, fuertes y contrastados. Y por supuesto eso lo trasladó de inmediato a sus lienzos, a obras como esta donde llama la atención al intensidad cromática de la imagen, y más aún teniendo en cuanta que se trata de un retrato.

Pero no solo es bien visible su colorido, hay otra característica que salta a la vista desde la primera ojeada. Es la gran cantidad de materia pictórica que usa, sus trazos están tremendamente empastados lo que le da más fuerza y peso a la figura.

Es decir estamos ante un lienzo de un colorido de lo más llamativo y con una presencia material importante, pero además está la propia figura de la mujer. La vemos recostada, con los brazos y hombros desnudos, luciendo un vestido de animados estampados, mientras posa rebosante de sensualidad y mirándonos directamente a los espectadores. Todo ello en un ambiente de lo más exótico, donde no faltan las flores y un pavo. En definitiva una obra muy decorativa, y tan atractiva a la vista como la propia mujer que posa.