Salterio de Utrecht
Pese a su denominación alusiva a Utrecht, ciudad de los Países Bajos, es más que posible que en realidad este salterio tenga orígenes vinculados con la ciudad de Reims en Francia. Sin embargo su nombre se debe a que desde 1716 y hoy en día se conserva en la Biblioteca Universitaria de Utrecht.
El salterio tiene escritos 150 salmos y 16 himnos bíblicos, y todos y cada uno de ellos está ilustrado, a cual de una forma más innovadora y detallada. El repertorio de figuras humanas es amplísimo, al igual que las representaciones de animales, construcciones o distintos tipos de paisajes. El caso es que debido al tamaño del libro, se cree que fue concebido como libro de coro, para que varios monjes pudieran leerlo al mismo tiempo.
SE trata de una obra compuesta por 108 hojas de vitela (un tipo de pergamino hecho a partir de piel de animal). Y esas hojas se van agrupando en cuadernos de 8 hojas dobladas que se van desplegando como si fuera un abanico.
Un trabajo descomunal en el que se intuye que pudieron participara hasta 8 ilustradores diferentes. Y el prestigio de la obra durante la Edad Media fue enorme desde que se realizara hacia el año 830. Por esa fecha y su origen francés hay que considerarlo una de las grandes joyas del arte carolingio. Se copió en varias ocasiones y se tiene constancia que viajó hacia el año 1.000 a la Catedral de Canterbury y durante varios siglos permaneció en Inglaterra, donde influyó tanto en el arte anglosajón que hay un estilo artístico que se llama “estilo Utrecht”.
No obstante, ninguna de las obras que llegaron después alcanza las cotas artísticas de estas ilustraciones que muchas veces se han calificado de surrealistas o incluso se han llegado a vincular con el posterior arte de El Bosco. Realmente sus dibujos cargados de dinamismo, casi barrocos y muy nerviosos, no tienen punto de comparación con otras creaciones de su tiempo. Son de una modernidad absoluta y de alguna forma revolucionarios.
Y no solo por la forma de ilustrar, sino también en los propios motivos que se representan. En las numerosas escenas se ven paisajes abiertos o edificios cerrados, y abundan las figuras de santos y ángeles, pero también de reyes, soldados, niños, músicos, gente corriente y pecadores. Así como también se ven demonios, la boda del Infierno o incluso el gigante mitológico Atlas. Todo para representar literalmente los salmos o sus mensajes.
Es un derroche de imaginación y de talento narrativo. Un obra única que posiblemente encargo el arzobispo Ebbo de Reims para que fuera un regalo para la familia real carolingia. Se ignora para quién en concreto, pero se especula con que fuera para Luis el Piadoso, el hijo de Carlomagno, o bien para su esposa e incluso para el descendiente recién nacido del matrimonio, el futuro Carlos el Calvo.