Sudario de Mondo Cane de Yves Klein
La interactuación entre creadores de diferentes disciplinas artísticas ha sido muy común a lo largo del arte contemporáneo. Basta recordar el Telón de Parade que pintó Pablo Picasso para que formara parte de unas representaciones de ballet, o el cuadro de Thomas Hart Benton Noche de póker vinculado a la literatura de Tennesse Williams y el mundo del teatro.
También esta obra de Yves Klein (1928 – 1962) tiene origen en una colaboración de este estilo. Fue un encargo del director de cine italiano Gualtiero Jacopetti para su película documental Mujeres en el mundo. Y es que el cineasta quiso mostrar la evolución que había llevado el trabajo de Klein desde sus primeros trabajos con caballete y pinceles, para luego emplear grandes superficies sobre las que pintaba con rodillos y esponjas. Hasta que finalmente alcanzó la cumbre de su trabajo cuando usó modelos desnudas como enormes pinceles.
Así es como hizo en el año 1961 esta enorme obra (274 x 301 cm) que tiene una superficie material de gasa sobre la que el pigmento queda adherido gracias al uso de la resina sintética. Una obra que hoy en día se encuentra en el Walker Art Center de Minneapolis, en Estados Unidos.
Hay que saber que cuando el director le mostró el montaje de la película, Klein quedó muy satisfecho con el resultado. Sin embargo, cuando la cinta se estrenó en 1962 el Festival Internacional de Cine de Cannes, quedó muy desencantado. Se había cambiado hasta el título, ya que pasó a llamarse Mondo Cane, y el montaje había sufrido importantes cambios, tantos que el pintor quedó horrorizado al comprobar que a su obra se le había dado una interpretación de sexualidad y sensacionalismo que no correspondía con su espíritu. E incluso, él mismo quedaba ridiculizado por sus técnicas de trabajo.
Sin embargo, esas técnicas tan peculiares son todo un referente del arte corporal y las muchas perfomances que se han hecho en décadas posteriores. En concreto, para hacer el Sudario de Mondo Cane, el pintor generó un auténtico espectáculo, ya que hizo la obra ante el público y rodeado por otras obras suyas. Situó la superficie de pintura en el centro de una gran sala y las modelos desnudas eran impregnadas por el pigmento azul para luego dejarse colocar, manejar, e incluso arrastrar por el pintor. De ahí salía no solo una imagen concreta que es lo que todavía se puede ver en los museos o en los libros. También se generaba un acto cultural donde el público mezclaba sus emociones, ya que había quién quedaba fascinado, otros se divertían, había quién no comprendía y otros se indignaban. En definitiva, una antecedente de las perfomances cuando no se había realizado nada semejante antes.