Tríptico de los Uffizi, Mantegna (I parte)
En muchas ocasiones y por diversos motivos muchas de las obras de arte que en principio se plantearon como una sola unidad, aparecen a día de hoy como obras diseminadas e individuales, en este sentido la pintura resulta más vulnerable que el resto de artes y son a menudo los trípticos y polípticos quienes más han sufrido esta disgregación, aunque también es cierto que obras de mayor amplitud como los altares también han sido desmontadas y separadas en tablas o lienzos individuales.
En esta entrada analizaremos una de las obras más destacadas del pintor Andrea Mantegna entorno a la cual se ha creado una gran polémica precisamente porque algunos especialistas aseguran que en origen, los tres cuadros que la componen debían de ser una sola unidad.
Andrea Mantegna (1431 – 1506) hijo de una familia humilde los primeros años de su vida los pasó trabajando como pastor aunque más adelante fue descubierto por Francesco Squarcione quien le adoptó como discípulo y le obligó a estudiar a los clásicos. Sin embargo la amistad con el que fuera su maestro se acabaría perdiendo al casarse el pintor con una hija de Bellini, competidor directo de Squarcione. En aquellos años Padua era un hervidero cultural propicio para un artista de la talla de Mantegna sin embargo, el artista decide trasladarse a Mantua para trabajar en la corte de los Gonzaga.
Fue en este preciso contexto cuando el artista creó las tablas que conformarían el tríptico de los Uffizi. A principios del siglo XVI, concretamente en el año 1509, Giorgio Vasari realiza una descripción de la capilla ubicada en el Castillo de San Giorgio propiedad de Marqués de Mantua, Ludovico III Gonzaga; según la opinión de los expertos la descripción de las obras que menciona Vasari debía de corresponderse con los lienzos del tríptico de los Uffizi pero lo que no parece tan claro es que las obras formasen una unidad.
Otros historiadores y críticos no apoyan la versión de Vasari planteando la posibilidad de que los lienzos hubieran sido realizados en la Toscana en algún viaje realizado por Mantegna.
Sea como fuere lo cierto es que las primeras noticias fehacientes acerca de estas pinturas ya es a finales del XVI, en el testamento de Antonio de Medici cuando las tablas ya aparecen separadas y la tabla de la Adoración de los Magos se atribuye a Boticelli. No fue hasta el siglo XIX cuando las tres tablas se volvieron a reunir y se planteó que en origen debían formar un tríptico; sin embargo, a día de hoy la mayoría de los expertos asegura que en la composición y el estilo de las tres tablas -La Adoración de los Magos, la Ascensión de Jesucristo y la Circuncisión- hay notables diferencias estilísticas, especialmente en ésta última con respecto a las otras dos.