Cinco muertes de Warhol
En líneas generales la percepción que se tiene el artista estadounidense Andy Warhol es la de un creador cuyos temas siempre están muy próximos a lo más banal. Algo que sin duda parece ser la esencia del Pop Art que tan bien representa con obras como sus Sopas Campbell o los retratos que hacía grandes estrellas del cine (Liz Taylor) o de la música (Elvis Presley).
Sin embargo, Warhol bajo esa fachada de comercialidad, fiestas y glamur, tiene una trayectoria más compleja de lo que pueda parecer a primera vista. Por ejemplo, el tema de la muerte fue algo que él trató en diversas ocasiones, y casi era recurrente. Sentía una peculiar atracción hacia las catástrofes, hacia las naturales como los terremotos, pero sobre todo catástrofes con cierto toque de modernidad como pueden ser los accidentes aéreos o de coche, e incluso hechos como la bomba atómica. Por no mencionar que en más de una ocasión usó la imagen de la silla eléctrica con la que se cumple la sentencia de muerte en algunos de los territorios de Estados Unidos.
Para crear todo este tipo de imágenes recurría a los diarios de la época. A veces reproducía una página entera, que trasladaba mediante pintura a un lienzo. Su idea era formar parte de la crónica de sucesos. No añadía nada a esas imágenes periodísticas, las representa tal y como han sido publicadas. Su aportación es elegir unas imágenes u otras para incorporarlas a su arte y su proyección, así como también él aporta el medio para reproducirlas.
Ya hemos dicho que algunas las pintaba, pero hubo otras que le sirvieron para hacer una evolución en sus tradicionales serigrafías hechas a mano. Ese es el caso de esta imagen titulada Cinco muertos en naranja. Una escena que hizo en 1963 y para la que empleó la técnica de la fotoserigrafía.
Este era un procedimiento mecánico con el que habían comenzado a experimentar tanto Warhol como otro de los grandes Pop Art, Robert Rauschenberg autor de sus populares “pinturas combinadas”.
La fotoserigrafía se trataba de un método que consistía en obtener las plantillas para serigrafiar a partir de fotos hechas en blanco y negro. Y con eso se podían hacer sustanciales retoques de color, generalmente saturándolas en un mismo tono, como aquí ocurre con el naranja. De esta manera Warhol aportaba un tono a esas tragedias, además de que en ocasiones también hacía yuxtaposiciones, y sobre todo repetía la imagen de un modo obsesivo con ese tipo de extrañas coloraciones para sin duda logran impactar en el espectador.