Una línea de 164 piedras, un paseo de 164 millas
Aquí tenemos otra de las obras de la corriente del Land Art del que ya hemos dado a conocer a diferentes creadores aquí como el matrimonio Christo, Walter de María o Andy Goldsworthy. Y ahora nos vamos a centrar en una creación de 1974 hecha en Irlanda por el artista inglés Richard Long.
De hecho, hay que valorar que el Land Art se originó a finales de los años 60 del pasado siglo XX en tierras anglosajonas. Y precisamente en tierras alejadas de los epicentros culturales, unos lugares que se consideraron ideales para ser transformados tanto por el pensamiento de los artistas como por sus intervenciones. Fue un momento en el que optaron por no pintar paisajes o usarlos como fondos, sino por directamente crear en la naturaleza.
Ese fue el caso de Richard Long, un creador que además se caracterizó en unas fechas tan tempranas por plantear intervenciones artísticas con una gran conciencia ecológica. Entre sus objetivos estaba que llamaran a la sostenibilidad del medio y que pusieran en valor toda su capacidad como fuente de sensaciones y de energía.
Además, es importante destacar que Long, en su obra Una línea de 164 piedras, un paseo de 164 millas, no solo se limitó a colocar piedras a lo largo de su camino, sino que también se encargó de documentar todo el proceso. Esto incluía la toma de fotografías, la creación de mapas y la redacción de textos descriptivos que proporcionaban un contexto adicional a su obra. De esta manera, Long no solo estaba creando una obra de arte en la naturaleza, sino que también estaba creando un registro de su interacción con el paisaje.
De alguna forma, el Land Art de Long es de corte intimista, mientras que el de otros artistas de este estilo tiende más a la espectacularidad. Long a lo largo de toda su trayectoria ha intentado plasmar la idea de un paseo, una continua y solitaria caminata por parajes naturales. Son como recorridos que va haciendo y donde él distingue tres ámbitos. La experiencia, la acción y la información.
El ámbito de la experiencia es lo más personal, es su propia vivencia durante ese paseo. Mientras que la acción es la huella visible que deja a su paso. Algo que en el caso de esta obra de Una línea de 164 piedras, un paseo de 164 millas, consiste en la piedra que de manera individualizada coloca al borde del camino marcando su paso a lo largo de tantas y tantas millas.
Y por último el aspecto informativo de su arte se traduce en una serie de documentación que es lo que puede vender. Son mapas, fotografías o textos descriptivos del paseo.
En realidad puede parecer algo demasiado simple para considerarlo una intervención artística, pero detrás de ello hay todo un razonamiento, en cuya base se encuentra la idea de que el hombre forma parte de la naturaleza, y sus acciones dejan huella en la misma. Es una actitud de lo más ecológica y sostenible, e incluso enfrentada a otros colegas del Land Art, capaces de hacer intervenciones que modificaron por completo el paisaje.
Además, la obra de Long nos invita a reflexionar sobre nuestra propia relación con la naturaleza y sobre cómo nuestras acciones, por pequeñas que sean, pueden tener un impacto significativo en el mundo que nos rodea. En este sentido, el Land Art de Long no solo es una forma de arte, sino también una forma de activismo que busca promover una mayor conciencia y respeto por nuestro entorno natural.