Casa Botines de Gaudí
La mayor parte de la obra del arquitecto Antoni Gaudí se encuentra repartida por tierras de Cataluña, y especialmente en la ciudad de Barcelona, donde sin duda alguna se hallan las obras maestras de este genio del Modernismo.
Pero también hay otras tres obras repartidas por otros lugares de España. Concretamente son El Capricho de Comillas, ubicado en la localidad cántabra del mismo nombre, y después hay dos construcciones suyas en la provincia de León. Una sería el Palacio Episcopal de Astorga, y la otra es la Casa Botines situada en el mismo casco histórico de la ciudad de León.
Fue una obra que diseñó y construyó entre los años 1891 y 1894, para una sociedad empresarial que aquí quería tener tanto su almacén comercial, así como despachos. Todo ello en las planta bajas. Mientras que los pisos superiores se dedicarían a viviendas. Si bien, en la actualidad, el edificio es propiedad de una entidad bancaria, la cual por cierto realizó una interesante y premiada restauración a finales del pasado siglo XX.
No obstante, en origen sus promotores estaban más vinculados con los negocios textiles y mantenían contactos con Eusebi Güell, el célebre empresario que le encargó a Gaudí inicialmente la Colonia Güell y posteriormente el Parque Güell. Pues bien, fue este industrial quién recomendó la contratación de Gaudí a sus amigos leoneses.
En caso de la Casa Botines de León, Gaudí concibió una edificación modernista pero apariencia emparentada con el estilo neogótico. Todo ello realizado con piedra, trabajada de forma almohadillada en su aspecto externo. Por cierto, en ese volumen exterior destacan las cuatro torres cilíndricas de las esquinas, que parecen de una fortaleza, a la que incluso no le falta ni el foso.
Todo tiene esa apariencia medieval. Desde los diferente arcos lobulados de la fachada hasta al escultura de San Jorge y el Dragón sobre la puerta principal. Una obra que realizó el escultor Llorenç Matamala.
Hoy en día, esa escultura no es la original, sino una réplica. Es una historia muy curiosa, ya que en el año 1950 se decidió sustituir la escultura por una figura de la Virgen del Camino. Sin embargo, al desmontarla apareció en su interior un tubo con documentos de gran valía, desde los planos firmados por Gaudí hasta los contratos de la obra o noticias en los periódicos locales. Así que se decidió, volver a poner esa imagen, si bien hubo que hacer una réplica.
En cuanto al interior, es muy importante ver la capacidad innovadora de Gaudí, ya que en la planta baja y el semisótano se adelantó varias décadas al concepto de loft, ya que creó un espacio diáfano, sin muros, y sosteniendo todas la estructura con 28 pilares de hierro fundido.