Casa Gamble
Esta espectacular residencia construida entre los años 1908 y 1909 es obra de los arquitectos Green and Green, que en realidad eran Henry Green (1870 – 1945) y Charles Sunmer Green (1868 – 1957).
Ambos cursaron estudios en el Massachusetts Institute of Tecnology de Cambridge. Y desde allí ya empezaron a conocer las características de la nueva arquitectura que se estaba desarrollando en Gran Bretaña dentro del movimiento de Arts and Crafts. Algo que se manifiesta en todas sus obras. Pero sin duda, lo más característico de toda su producción es la influencia de la técnicas de la carpintería japonesa y el estilo shoin, algo que queda patente en esta Casa Gamble, y en otras creaciones suyas en California como la Casa Blacker o la Casa Pratt.
Algunos de los preceptos de la corriente de Arts and Crafts eran el carácter dignificador que conferían al trabajo, el respeto por la naturaleza, la integración de la arquitectura en el medio y el amor por las artesanías. Se trataba de un estilo que había generado el socialismo utópico de William Morris y el crítico de arte John Ruskin en la Inglaterra de finales del siglo XIX. Con él querían promover la artesanía local, reivindicar las técnicas de construcción más tradicionales, aprovechar la larga experiencia de los maestros artesanos para mostrar los materiales en un aspecto lo más natural posible. Además se buscaba la recuperación de la relación directa entre el productor y el diseñador.
Todo ello llegó a Estados Unidos, y uno de los primeros arquitectos que se empapó de esos conceptos fue Frank Lloyd Wright, cuya arquitectura evolucionaría posteriormente hacia obras maestras del siglo XX como la Casa de la Cascada o el Museo Guggenheim de Nueva York.
Pero volviendo a la Casa Gamble de Green and Green nos encontramos ante una vivienda unifamiliar construida en la ciudad californiana de Pasadena. Una construcción que está perfectamente integrada en el paisaje, no solo por sus formas sino también por el mobiliario de su interior, por los accesorios, las vidrieras o las luminarias, incluso esa relación con el medio que la rodea, los arquitectos la tuvieron en cuenta a la hora de elegir las alfombras o diseñar los enchufes e interruptores de la instalación eléctrica.
Todo el edificio se levanta sobre un pequeño podio escalonado, creando una suave transición con el jardín. Ese podio se reviste con planchas solapadas de madera de secuoya, cuya marca veta y su irregularidad le da un aspecto muy natural. A partir de ahí toda la estructura de la casa se construye en madera, algo habitual en California, y también en la inspiradora arquitectura japonesa, no en vano, ambos territorios tienen una fuerte actividad sísmica, y la flexibilidad de la madera es importante en estas condiciones. Esta estructura incluso queda visible tanto al exterior como al interior, una idea que se repetiría hasta la saciedad en la arquitectura posterior.
La impresión que provoca la contemplación del edificio es de una acusada horizontalidad, a lo cual ayuda además de su escasa altura, los destacados aleros que la recorren, protegiendo las diferentes balconadas de la casa. Y además eso colabora enormemente en la integración visual con el entorno natural.