Castillo de Ajlun
Las Cruzadas durante la Edad Media fueron las expediciones que los reinos cristianos europeos emprendieron hacia Oriente Próximo con el ánimo de conquistar lugares sagrados de Tierra Santa, y al mismo tiempo enriquecerse con importantes botines. Es decir, fueron aventuras que amparadas en unas creencias religiosas tuvieron un carácter bélico eminentemente destructivo.
Sin embargo, fruto de aquello nos han llegado hasta nuestro tiempo algunas obras arquitectónicas interesantes. Y realizadas por ambos bandos. Por ejemplo, el espectacular Krak de Chevaliers es una auténtica maravilla de la arquitectura románica cristiana. Mientras que el Castillo de Ajlun, en el territorio de la actual Jordania, hay que considerarlo una estupenda muestra de la arquitectura militar islámica.
Fue el propio sultán Saladino quien mandó a uno de sus mejores generales su construcción. Y de eso se encargó entre 1184 y 1188 Izz ad Din Usama bin Munqidh, que también era sobrino suyo. El objetivo está muy claro. Aprovechar la privilegiada panorámica que se tiene desde ahí del valle del río Jordán, las rutas comerciales de la zona y de las vecinas minas de hierro. Además de que desde ahí se podía hacer frente a los soldados cristianos de diversas fortalezas cruzadas emplazadas en tierras aledañas de Siria e Israel.
Originalmente, la fortaleza solo tenía 4 torres. Pero ya en el siglo XIII se incorporaron dos más. Para finalmente levantarse una séptima, la conocida como Torre de Aybak, con un carácter más independiente. Y es que la historia del Castillo de Ajlun se dilató más allá de las luchas con los cruzados. Si bien es cierto que tras ese periodo fue abandonado e incluso arrasado por los mongoles. Pero pronto lo ocuparon y recuperaron los mamelucos y durante el periodo del Imperio Otomano fue un importante bastión defensivo en la zona.
Se trata de una construcción muy potente, gracias a sus muros y sus torres, gran parte de ellas realizadas con la piedra extraída de su enorme fotos de 16 metros de ancho y casi tanto de profundidad en sus puntos más hondos. Además tiene todo el repertorio de almenas, aspilleras y matacanes que lo convertían en inexpugnable durante las batallas medievales. Por eso se mantuvo tanto tiempo en pie, y los daños mayores que ha sufrido han sido a causa de duros terremotos, sobre todo los siglos XIX y XX.
De manera que es muy atractiva como obra arquitectónica y militar. Pero también es una construcción muy interesante para descubrir como ya desde antaño se ideó un ingenioso sistema de abastecimiento de agua y también de drenaje. Se aprovechaban manantiales próximos, y se concibieron tuberías y cisternas de almacenamiento. Mientras que las aguas residuales se conducían por tubos de cerámica ocultos en los muros, para llevar el líquido hasta cubeta interior donde se acumulaban sales traídas del Mar Muerto para así reciclar el agua y poderla aprovechar para el riego.