Edificio de la Avenida Rapp de París
El Art Nouveau, hasta por su nombre en francés podemos deducir que es un estilo que surge en el país galo, y especialmente en su capital París, capital mundial del arte entre finales del siglo XIX y comienzos del XX. Y sin embargo no es menos cierto que las más famosas creaciones de este “arte nuevo” o Modernismo están en otros lugares, como las construcciones de Antoni Gaudí en España o las de Victor Horta en Bélgica.
No obstante, ciudad francesa está plagada de pequeñas joyas modernistas, que muchas veces pasan desapercibidas entre la monumentalidad del centro parisino. Un buen ejemplo es esta casa ubicada en el número 29 de la avenida Rapp. Un edificio que es obra del arquitecto Jules Aimé Lavirotte y que plasma a la perfección todas las características de las obras constructivas del Art Nouveau en Francia.
Se trata de una fachada que si podemos definir en una sola palabra habría que describirla como exuberante. Aquí arquitectura y decoración alcanzan una fusión absoluta. Es una manifestación más del gusto imperante entre la burguesía parisina en aquellos años, cuando todos ellos querían que sus fachadas rebosaran ornamentación, siempre concebida a partir de la suavidad de las líneas curvas para plasmar su ruptura con las líneas y ángulos rectos del pasado. Y desechando los motivos clásicos en favor de las formas vegetales de la naturaleza, donde además esas denostadas líneas absolutamente rectas no existen.
Un decoración desbordante, casi barroca, y que no tiene nada que ver con conceptos estructurales o constructivos. El edificio podría prescindir por completo de todo ese programa decorativo y su resistencia o funcionalidad no se resentiría en absoluto.
Para esta decoración se recurría a los más experimentados maestros artesanos, ya que se trabaja en diferentes materiales. Hay elementos en cantería, así como en materiales menos resistentes como los estucos, yesos y escayolas en los interiores. Pero ese mismo espíritu ornamental se transmite a los trabajos de carpintería en puertas y ventanas, en herrajes de las balaustradas, en las vidrieras, etc.
Sin duda fue un momento magnífico para las conocidas como artes menores. De alguna forma se generó un ideal con el que se pretendía que la belleza tenía que alcanzar cualquier momento y aspecto de la vida cotidiana. De esta forma cuando un arquitecto recibía un encargo semejante a este, se convertía en un proyecto global, ya que en muchas ocasiones se incluía no solo la propia construcción con todos los elementos ornamentales de interiores y exteriores. También se incorporaba el mobiliario de las estancias y los objetos que allí iban a ir definitivamente. De hecho el propio nombre de “art nouveau” proviene de una galería parisina de decoración que triunfó en aquel momento y que se llamaba Maison de l’Art Nouveau.