El espejo del agua de Burdeos
Cuando las grandes ciudades acometen importantes renovaciones urbanísticas, generalmente se suelen dar la ocasión idónea para que el urbanismo, la arquitectura y otras disciplinas artísticas generen nuevos referentes urbanos que nacen con el propósito de ser los nuevos emblemas de esa ciudad y muestras de su vocación de contemporaneidad.
Los ejemplos son cuantiosos, pero en los últimos años una idea que suele inspirar este tipo de actuaciones es que el ciudadano pueda vivir y disfrutar en primera persona esas intervenciones. Que se sienta reflejado en ellas. Incluso que se sienta reflejado físicamente. Es una idea que ya hemos visto por ejemplo aquí al hablar del Pabellón del Espejo que se construyó en Marsella coincidiendo con la renovación de su famoso Puerto Viejo.
Pues bien, sin salir de Francia, os proponemos otro tipo de espejo que también es fruto de una intervención urbanística muy ambiciosa. Es el Espejo del agua de Burdeos.
Su nombre no engaña, se trata de un espejo creado con agua. Pero no solo eso, es ni más ni menos que el más grande del mundo con sus características ya que cubre una superficie de casi 3.500 metros cuadrados. Y se ubica en el corazón monumental de la urbe bordelesa, en su Place de la Borse.
Se trata de una obra de 2006 que diseñó el arquitecto paisajista Michel Corajuoud, y en cuya materialización tuvo que intervenir un equipo multidisciplinar formado por ingenieros hidráulicos o historiadores. Entre todos crearon una enorme base con losas de granito sobre la que hay una capa de 2 centímetros de agua, de manera que toda esa superficie se convierte en un espejo.
Pero no solo eso, es una zona pisable, en la que se integran y reflejan los paseantes, y por supuesto se refrescan los viandantes en los días más calurosos gracias a los diversos vaporizadores que por momentos envuelven en niebla el lugar. De esta manera es un espacio vivido por los bordeleses y también por sus visitantes.
No obstante, cuando se diseñó no solo se pensó en ese tipo de reflejos. Se tuvo muy en cuenta las vistas que iba a proporcionar en fusión con su entorno. Ya que a un lado tiene el ancho cauce del río Garona, ya muy próximo a su desembocadura en el océano Atlántico. Y al otro está el conjunto monumental de la Plaza del Bolsa de Burdeos.
De este modo, en ese espejo de comienzos del siglo XXI se funden y sumergen las fachadas de los edificios neoclásicos del siglo XVIII que proyectó el arquitecto Ange-Jacques Gabriel, miembro de una larga saga de arquitectos y que trabajó en estrecha colaboración con el rey Luis XV, sobre todo en Versalles, donde dejó su obra maestra: el pabellón del Petit Trianon.
De esta forma, la obra del Espejo del agua ha pasado a formar parte de todo el conjunto monumental. Tanto que también esta creación contemporánea se integra dentro de la declaración de Patrimonio de la Humanidad que posee el casco antiguo de Burdeos.