Pabellón del espejo en Marsella
El concepto de la arquitectura hoy en día se ha ampliado muchísimo y su labor se relaciona con las propias construcciones, las propuestas urbanísticas y la idea de crear monumentales volúmenes escultóricos que pretenden convertirse en emblema de una ciudad y parte de las vidas de sus ciudadanos y de sus visitantes.
Este es el caso del Pabellón del Espejo ubicado en el Vieux Port (Puerto Viejo) de Marsella. Una creación salida del estudio de Foster + Partners, es decir, surgida de la mente de Norman Foster, uno de los arquitectos más prestigiosos de nuestro tiempo con obras tan variopintas como el Shanghai Bank de Hong Kong o el Puente del Milenio en Londres.
Una actuación enmarcada dentro de la ampliación y dinamización del Vieux Port marsellés, un espacio considerado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y que el año 2013 fue remodelado en profundidad para convertirse en un gran espacio ciudadano, peatonalizando y eliminando gran parte de las construcciones propias del puerto que aquí había. Una intervención en la que participó el paisajista Michel Desvigne.
En ese contexto se encuadra la creación de este Pabellón del Espejo, que en palabras del propio Foster es un edificio muy simple, adaptado al clima para crear sombra y que al mismo tiempo puede acoger en su interior eventos como mercados o actuaciones variadas.
Realmente se trata de una estructura muy simple, mínimamente invasiva con el entorno. La obra consiste en una alta marquesina de 46 x 22 metros de superficie que se eleva a partir de ocho finos pilares de acero inoxidable. El mismo material empleado en la lámina de la cubierta. Pero se trata de un acero extraordinariamente pulido, de manera que se convierte en un espejo en el que se ven reflejados todos los viandantes, que se contemplan desde un punto de vista cenital que rara vez es visible para las personas. En cierta forma recuerda a la famosa escultura de Chicago del The Cloud Gate, aunque en el caso de la obra de Marsella no se juega tanto con la deformación como con la integración de las personas con otros individuos y en el entorno urbano.
De este modo se ha convertido en una verdadera atracción de la ciudad, ya que hay que acudir allí para verse reflejado. Es decir, el espectador se integra en la obra de arte, poniéndose debajo de ella o bien contemplándola desde su alrededor, para ver como su refleja se expande más allá de su superficie.
Pero no se trata de una estructura que solo es admirable al situarse en su interior. También da que pensar que una estructura tan simple, como unos pilares cilíndricos tan esbeltos y una superficie rectangular en altura pueda mejorar tanto un espacio histórico como este del Puerto Viejo de Marsella, y al mismo tiempo sea tan poco visible desde la lejanía, tanto desde las calles que rodean dicho puerto como por los navegantes que llegan en barco hasta él.