Iglesia de Santa Felicitá de Florencia
Esta templo de la ciudad de Florencia es uno de los edificios más antiguos de la capital italiana de la Toscana, ya que se piensa que lo pudieron fundar mercaderes llegados del Próximo Oriente, concretamente de Siria, o tal vez procedentes de Grecia, los cuales se establecieron en esta zona en torno al siglo II. Aunque evidentemente desde aquellos remotos orígenes la iglesia ha sufrido innumerables cambios en su aspecto.
De todos ellos, el más importante quizás sea el que aconteció en el año 1565. En aquel entonces el arquitecto, pintor y biógrafo de artistas: Giorgio Vasari decidió incorporar un pórtico en la entrada de la iglesia, haciéndolo como el resto de la fachada, en la característica pietra serena de tonos grises que es emblemática de Florencia.
En realidad, ese pórtico no lo construyó por sí mismo, sino porque lo iba a usar como apoyo para su célebre Corredor Vasariano, un pasillo elevado que hace un recorrido desde la actual Galeria de los Uffizi, por aquel entonces las oficinas del gobierno florentino, hasta el Palazzo Pitti, pasando por encima de los negocios del Ponte Vecchio.
Este corredor permanece abierto en la actualidad como visita especial dentro de la colección de arte de la Galería de los Uffizi, pero en origen fue un encargo que Vasari recibió para que la familia de los Medicis pudieran ir de un palacio a otro, sin tener que pisar la calle y mezclarse con la gente.
E incluso, desde ese Corredor podían asistir a misa en la iglesia de Santa Felicitá, ya que hay una ventana y un paso que los une, y con ocasión de realizar el pórtico, se incorporó una especie de palco desde el que los duques podían asistir a la celebraciones religosas.
Sin embargo, el interior de la iglesia ha cambiado mucho desde que hiciera aquellos trabajos Giorgio Vasari. De hecho, gran parte de su aspecto actual se debe a las obras que se hicieron en 1736 bajo la dirección de Federico Ruggeri. De este modo, la única nave del templo es de estilo neoclásico, si bien entre las pilastras que la organizan se abren varias capillas.
Tal vez lo más valioso de esta iglesia se encuentre en esas capillas, ya que en esos lugares hay varias obras de primer orden. Especialmente destacable es el cuadro del Descendimiento de Jesucristo que realizó el artista Jacopo Pontormo, en la Capilla Capponi. Aunque no es la única pintura de este pintor manierista que alberga la iglesia, ya que hay otro fresco suyo con la escena de la Anunciación. E incluso los Cuatro Evangelistas que se encuentran pintados bajo la cúpula se atribuyen tanto a Pontormo, como a su contemporáneo y discípulo Bronzino, el cual por cierto fue muy amigo de Vasari.