Iglesia de Santa Martina y San Lucas
El arquitecto Pietro da Cortona trabajó en esta iglesia de Roma entre los años 1635 y 1650. La razón para que este arquitecto barroco, conocido sobre todo por su obra de la iglesia de Santa María de la Paz, interviniera en este templo hay que buscarla en que pocos años antes , él como artista de renombre había sido nombrado Príncipe de la Academia de Pintura, lo cual le otorgaba el privilegio de ser enterrado en la iglesia romana de San Lucas.
Por ese motivo se decidió a acometer los trabajos en la cripta para su futura tumba. Sin embargo, cuando comenzaron los trabajos pronto comenzaron a aparecer los restos de otros mártires cristianos, en concreto de Santa Martina. Por esa razón, se decidió llevar a cabo una nueva construcción con la advocación de esa santa y, también, de san Lucas. Unos trabajos que le encargó a Pietro da Cortona el cardenal Francesco Barberini, perteneciente a una de las familias más influyentes del momento en Roma, tanto desde un punto de vista político como artístico, ya que una de las principales obras de arquitectura barroca de carácter civil es el Palacio Barberini, perteneciente a esa saga familiar.
La iglesia de Santa Martina y de San Lucas, es un templo de planta de cruz griega, pero con ciertas modificaciones respecto a iglesias de planta semejante, ya que aquí los brazos son más largos y desiguales ligeramente. Y de hecho predomina de alguna manera el eje longitudinal.
Los muros de la iglesia no son unos elementos lisos, ya que aparecen columnas embebidas y pilastras resaltadas, intercambiando así el orden plástico de otras construcciones precedentes. Y sobre ello dispone un entablamento que sirve para unificar estos avances y retrocesos en el muro, al mismo tiempo que los proyecta plásticamente. Con esos diferentes planos en el muro, genera una especie de palpitación en las paredes, sobre todo en la planta baja donde predominan los elementos arquitectónicos, mientras que en la zona alta de la iglesia domina la desmaterialización.
El crucero de la iglesia es heredero de las formas construidas durante el Cinquecento por Miguel Angel Buonarrotti. Es decir, se trata de un crucero cubierto con una cúpula sobre pechinas y rematada por una linterna central. No obstante son formas más aligeradas que las de la arquitectura renacentista. Y al mismo tiempo, emplea en la cúpula tanto nervaduras como casetones, uniendo así las formas del Medievo y de la Antigüedad.
El interior del templo consigue transmitir la sensación de fusión entre lo que es arquitectura y lo que es ornamento. Mientras que esa división entre una parte alta desmaterializada y un inferior más robusta, hacer que se planteé el contraste entre lo terreno y tectónico de la zona baja, y lo etéreo y espiritual de la superior con una cúpula muy ligera, aérea y evocadora.
Algo que igualmente se manifiesta en la fachada exterior, donde se observan dos cuerpos iguales en anchura, con dos laterales rectos y un frente como oprimido, convexo. Convirtiéndose esta fachada curva en una de las primeras fachadas no rectas en las iglesias, junto a las obras que había realizado otro gran arquitecto barroco, Borromini, como por ejemplo en la iglesia de San Carlino.