Templo de Quetzalcoatl
Este templo, cuya construcción se data en torno al siglo III, está situado en el centro de La Ciudadela de Teotihuacán, en México, sin duda alguna uno de los yacimientos de las culturas precolombinas más interesantes de todo el continente americano, y donde son muy famosas las Pirámides de Teotihuacán.
Lo más espectacular de este templo son las representaciones de su fachada, en las que aparece la cabeza emplumada del dios Quetzalcoatl, que se alternan con las cabezas del que se cree que es Tlaloc, el dios de la lluvia, si bien hay otros investigadores que piensan que se trata de una representación del dios del maíz porque en la superficie de toda la cabeza se distingue una especie de granulado que recordaría a las mazorcas de maíz.
Sea uno u otro, lo cierto que estas representaciones de las divinidades manifiestan que se trata de una cosmogonía muy avanzada, ya que son dioses que van a pervivir en las creencias populares durante siglos, de hecho cuando el conquistador español Hernán Cortés llegó a las tierras de Mesoamérica, estos dioses seguían siendo los principales en esas vastas extensiones.
Desde el punto de vista artístico, estas cabezas más que relieves se pueden considerar esculturas de bulto redondo, ya que manifiestan una volumetría muy acusada, que parece que las separe del marco arquitectónico donde se ubican. Y además su colocación y su volumen provocan atractivos y acentuados juegos de luces y sombras en la fachada, con lo que de alguna forma están introduciendo el concepto de claroscuro como elemento estético dentro de la composición arquitectónica del templo.
En cuanto al estilo, se puede decir que es muy realista y, sobre todo, impactante, buscando la provocación de emociones en el espectador, en este caso los fieles de la religión teotihuacana.
Además hay que tener en cuenta, que durante los siglos de esplendor de la cultura de Teotihuacán, estas obras estarían policromadas, a base de tintas planas, vivas y muy contrastadas, con lo cual el colorido incrementaba todavía más la expresividad de esas cabezas y la fuerza plástica del conjunto. Lamentablemente este color no ha resistido el paso de los siglos, aunque todavía se pueden hallar vestigios o elementos como ojos incrustados hechos en piedra obsidiana que aumentan la expresividad de esos rostros.
Por otra parte, entre las cabezas de las divinidades, el paramento sobre el que se ubican aparece decorado con un muestrario de relieves de corte mucho más plano y que reproducen motivos de corte naturalista, como pueden ser conchas marinas, caracolas o incisiones que aluden al agua.
Según la mayoría de los estudiosos de este arte y estas culturas, la decoración de todo este templo fue realizada sin la ayuda de instrumento metálico alguno, lo que nos puede dar una idea del ingente trabajo que supuso la consecución de semejantes figuras, las cuales por otra parte tienen detalles de una indudable maestría de cantero.