Terminal del Aeropuerto de Kansai
Esta terminal del aeropuerto de la ciudad japonesa de Osaka se llevó a cabo entre los años 1991 y 1994. Y en la actualidad está considerada como una de las grandes obras arquitectónicas realizadas en todo el siglo XX. Toda ella concebida bajo la dirección del arquitecto italiano Renzo Piano. El mismo que en colaboración con el ingeniero Peter Rice crearon el Centro Georges Pompidou en París, la obra más emblemática del denominado estilo high tech.
La primera peculiaridad de esta terminal aeroportuaria es que se sitúa en una isla en la bahía de Osaka, alejada cinco kilómetros de la ciudad. Por lo que dentro del conjunto de la obra también se incluyó la construcción de un puente de esta longitud.
Hay que pensar que para conseguir la tierra necesaria para esta construcción fue necesario desmontar tres montañas que les proporcionarán el material necesario. Pero independientemente de los volúmenes y las enormes dimensiones de esta obra, lo más destacado son algunas de las soluciones arquitectónicas creadas, así como el elegante diseño del edificio de la terminal, que combina como pocos su funcionalidad y la belleza, todo ello perfectamente armonizado con el entorno.
Todo el edificio se levantó a partir de una estructura de acero. Un edificio muy alargado, lo que hizo que se redujera la anchura de la isla artificial. Toda la construcción de la terminal está cubierta por un enorme número de paneles de acero inoxidable, concretamente 90.000, que forman una línea ondulada de 1,7 kilómetros. Una ondulación que le da dinamismo al edificio, al mismo tiempo que su poca altura, permite que desde la torre de control en todo momento sean visibles los aviones situados tanto en la pista y como en los embarques.
Además en esa cubierta hay interesantes planteamientos funcionales y estructurales. Por ejemplo, su suave curvatura permitió que todas las planchas de acero inoxidable sean del mismo tamaño, simplificando con eso mucho su fabricación y colocación. Por otra parte, el agua de lluvia se filtra por los bordes de todos esos paneles para llegar a la capa impermeable inferior. Algo que sin duda facilita la limpieza de la cubierta, lo que garantiza siempre el mantenimiento de su atractivo aspecto estético.
Un valor muy interesante de esta obra es el estudio que se hizo con el objetivo de evitar problemas sísmicos. Y es que Japón es un territorio donde los terremotos son habituales y en cualquier construcción se tiene muy en cuenta este problema. Más aún en una obra de estas características, dimensiones y función. Por eso entre la estructura y la envolvente del edificio se sitúan juntas de dilatación a intervalos regulares, para que absorban los asentamientos del terreno y los movimientos tanto sísmicos como térmicos.
Se podría pensar que por su tamaño y sus condicionantes constructivos, éste fue un proyecto faraónico que se dilató enormemente en el tiempo. Sin embargo, fue ejecutado en tan solo tres años de obras. Para ello se crearon dos equipos de trabajo, uno con 4.000 obreros y otro con 10.000, iniciando la obra desde los extremos norte y sur, para finalmente encontrarse en el centro.