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Viaducto de Millau

Publicado por A. Cerra

Viaducto de Millau

Al arquitecto británico Norman Foster lo hemos nombrado en diversas ocasiones para mencionar algunas de sus creaciones arquitectónicas más emblemáticas, como pueden ser el nuevo Estadio de Wembley en Londres o la remodelación del Reichstag de Berlín con su famosa cúpula visitable.

Pues bien hoy vamos tratar uno de sus proyectos más grandiosos, al menos en dimensiones. Es el Viaducto de Millau que se tiende en Francia, junto al pueblo de Millau en el departamento de Aveyron. Sin duda una realización grandiosa, y cualquier cifra que se dé sobre este puente carretero es impresionante.

Por ejemplo, salva una distancia de casi 2,5 kilómetros gracias a su estructura atirantada. Y esos tirantes, hace que su parte más alta alcance los 343 metros de altura, en un punto donde es habitual el fuerte viento. De hecho, los anemómetros han llegado a registrar rachas de viento con velocidades superiores a los 200 kilómetros por hora.

Ese elemento y otras condiciones fue objeto de atención por parte de los sesudos estudios del terreno que se hicieron previamente a su construcción. De hecho, todo supuso un proceso bastante lento, ya que se comenzó a proyectar en 1987, pero no se inauguró hasta 2004. Un tiempo considerable y por supuesto un coste descomunal que se estima en los 320 millones de euros.

Aún así la obra ha supuesto un referente para el tráfico rodado en esta zona de Francia, ya que por él pasan a lo largo del año unos 4,5 millones de vehículos, pagando un importante peaje por ello.

La obra es impactante y sería injusto solo atribuirla a Foster. De hecho es obligado citar al prestigioso ingeniero francés Michel Virloguex. Aunque lo cierto es que fue un proyecto en el que trabajaron más de 500 personas, y el nombre de todos ellos quedó registrado en un cilindro que se integró en uno de los pilones del puente.

Son siete los pilones para soportar un tablero para el tráfico que se prolonga durante 2.460 metros, cuya calzada se eleva en su punto más alto a 270 metros del suelo. Esa calzada pesa ni más ni menos que 36.000 toneladas, ya que tiene más de 4 metros de espesor y 32 de anchura. Si bien si sumamos siete pilones y todos los tirantes, el peso total de la obra es de 350.000 toneladas.

Además se diseñó en una línea curva y pendiente, para favorecer la visión de los conductores. En definitiva, es una obra grandiosa y muy funcional, a la vista de su uso continuo. Y aunque es evidente que supuso una inversión multimillonaria, antes de acometerla se barajaron otras posibilidades de trazado, y resultó que por la relación entre costes, obras y funcionalidad el Viaducto de Millau era la mejor opción. Y sin duda, se consiguió una estructura tremendamente atractiva e impactante.