La ola de Camille Claudel
Esta obra de la escultora Camille Claudel se encuentra en el Museo Rodin de París, y allí la figura tiene dos nombres en el catálogo. Se conoce tanto como La ola como por Las bañistas.
Se trata de una escultura relativamente pequeña, ya que tan solo tiene 62 centímetros de altura y está realizada en una peculiar combinación de bronce con ónice. En la representación vemos tres bañistas que se agarran la mano e intentan protegerse ante la llegada de una enorme ola de mar. Una representación que se siempre se emparenta con el célebre grabado de La Gran Ola de Kanagawa del artista japonés Hokusai, cuyas estampas fueron realmente admiradas entre los artistas de París a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Precisamente el momento en que Claudel hizo esta obra, datada entre 1897 y 1903.
No obstante, como siempre ocurre con las obras de Claudel parece que solo son comprensibles si las vinculamos con su vida personal, y sobre todo con su relación con su maestro y amante Auguste Rodin. El cual vivió un romance con ella, pero también la engañó tanto profesional como amorosamente. Por eso muchas veces a esta escultura se la interpreta como una metáfora de esa relación, siendo Rodin la gran ola que al final va a acabar por destruir a la frágil mujer.
No obstante, quizás sea más justo analizar la obra y a la escultora por sí sola, ya que ciertamente fue un artista de enorme calidad con fantásticas creaciones como La Edad madura o esta otra representación en la que se atreve a trabajar al mismo tiempo el fundido del bronce y el labrado de una piedra tan difícil como el ónice. Y ciertamente el resultado es muy interesante.
Esa dualidad de materiales, le da a la vez un curioso bicolor a la representación. Algo muy del gusto en la escultura de la época, cuando se valoraba mucho utilizar como recursos expresivos la policromía natural de los materiales que se empleaban en la escultura. Una tendencia que asentó otro escultor de la época: Charles Cordier. Pero además de expresividad, en el caso de Claudel estos dos tonos sirven para plasmar mejor el movimiento en escena, la cual sin duda está cargada de vida. Una escena que viene a plasmar una imagen del destino del que nadie se puede escapar. Una visión un tanto catastrofista y aquí tenemos que volver a recordar que la vida de Camille Claudel acabó en un sanatorio psiquiátrico debido a los trastornos mentales que le generó su enfermiza relación con Rodin, y eso que para entonces el gran escultor hacía muchos años que había fallecido.