Niño enfermo de Medardo Rosso
Este escultor italiano nacido en 1858 y muerto en 1928, fue un artista que alcanzó cierta fama a nivel internacional. Su vida, marcada por la pobreza y la lucha constante por el reconocimiento de su obra, fue una fuente de inspiración para sus creaciones. A pesar de las dificultades, nunca abandonó su pasión por el arte y continuó trabajando hasta el final de sus días.
Esta escultura realizada en bronce es un buen ejemplo de la producción artística de Medardo Rosso, una producción en la que siempre se manifiesta su ansía por convertir el volumen escultórico en un animado juego de luces y sombras. Es decir, él se planteaba sus esculturas como una ojeada fugaz a la realidad, algo que aparentemente parece por completo contrario a la propia volumetría y rotundidad tridimensional de las formas escultóricas tradicionales.
Tal vez por eso, durante años se le ha considerado como un artista menor y un tanto deslavazado, e incluso de tono más bien cursi. Sin embargo, hoy en día su obra se expone en diferentes museos y galerías, donde gracias a estudiadas iluminaciones se pueden apreciar bien sus formas, y la aparente confusión que transmitían antaño desaparece por completo, y sus esculturas alcanzan la belleza efímera y extraña que buscaba el autor cuando las ideaba. Algo que ha hecho que los historiadores y críticos de arte en la actualidad lo consideren uno de los pioneros del arte contemporáneo en la disciplina de la escultura.
Por otra parte, Medardo Rosso realizó un número más bien limitado de obras, y siempre de un tamaño entre reducido y mediano, ya que le fue imposible acometer alguno de los grandes proyectos que ingenió para ejecutar obras de dimensiones mayores. A pesar de esta limitación, cada una de sus obras es un testimonio de su habilidad para capturar la esencia de la vida y la humanidad en bronce.
Y por si eso fuera poco, tras su muerte, muchos de sus bronces fueron refundidos. De aquella quema, nunca mejor dicho, se salvaron unas cuantas obras, entre ellas ésta y otra llamada Niño triste, con la que está emparentada formal y temáticamente.
En ambas se puede ver como intenta traspasar al bronce ciertos conceptos de la pintura impresionista de su época, sobre todo la idea de plasmar un carácter instantáneo, para lo cual no le valían los maniquíes como modelos y siempre prefería el posado de personas de carne y hueso.
Pero no pretendía con ello hacer retratos individuales, sino que quería captar el momento y la actitud de ese instante. De ahí que no se parara excesivamente en realizar con detalle la propia anatomía y la fisonomía del modelo, él lo que quería era representar en su obra la expresión y sobre todo ver como la luz incidía en la figura, o sea, las tres dimensiones de sus esculturas las planteaba como diversas superficies sobre las que resbalaba la luz.
El propio Medardo Rosso dejó varios escritos en los que se puede comprender su personal teoría artística. Y en uno de ellos escribió: “Aquello en lo que más me esfuerzo en el arte es en hacer olvidar la materia. Nada es material en el espacio”. Es decir, pretendía desmaterializar la escultura, por eso su modelado del bronce llega ser de una enorme imprecisión formal, pero aún así logra transmitir una clara sensación de elegancia. Su legado, aunque no tan conocido como el de otros artistas de su tiempo, sigue siendo una fuente de inspiración y estudio para los amantes del arte contemporáneo.