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Pájaro en el espacio de Brancusi

Publicado por A. Cerra
Pájaro en el espacio de Brancusi

Pájaro en el espacio de Brancusi

Esta escultura realizada en varios materiales, es junto a su obra El Beso, uno de las obras más célebres del escultor rumano Constantin Brancusi. Un artista que nació en el año 1876 en ese país centroeuropeo pero que pronto se instaló en París, donde residió gran parte de su vida, realizó la mayor parte de su producción artística y finalmente falleció en el año 1957.

Sobre el Pájaro en el espacio, también llamada Maiastra, realizó numerosas esculturas, a partir de esta inicial que creó en 1912. Y también con la excusa de esta obra, hay una de las frases más reconocibles del arte de las primeras décadas del siglo XX, y que luego han recuperado y utilizado muchos artistas en defensa de la abstracción.

“Esto no es un pájaro que vuela, sino la idea de un pájaro que vuela”. Esta sentencia la dijo cuando las autoridades de las aduanas estadounidenses se negaron a considerar esta obra como una representación artística de un ave en vuelo, ya que si le dejaban pasar con ese concepto, suponía una gran disminución en el pago de aranceles. Fue entonces cuando Brancusi la pronunció para defenderse de ese menosprecio.

Y aunque como ya se ha dicho, con posterioridad han usado unas palabras muy similares quiénes querían defender su arte abstracto, en el caso de Brancusi no se puede decir que sea un artista abstracto. O al menos no lo hacía él, porque él mismo también dijo: “Son imbéciles quiénes califican mi arte como abstracto. Eso que llaman abstracto es lo más realista, porque lo real no es el exterior, sino la idea, la esencia de las cosas”.

Y es que Constantin Brancusi fue un personaje muy peculiar. Para comprobarlo basta decir que tras asentarse en París, tuvo oportunidad de entrar a trabajar en el taller de Auguste Rodin, sin duda alguna el gran escultor de comienzos del siglo XX, y sin embargo rechazó esa propuesta, ya que consideraba que a la sombra de tal genio, él no podría desarrollar todo su talento.

Es un dato bastante sintomático sobre su carácter, más aún teniendo en cuenta que su situación económica en aquellos años era bastante precaria. Sin embargo, él prefirió seguir su camino de forma más libre e individual y convertirse en un asiduo de la bohemia de Montparnasse, donde trabó amistad con otros artistas muy singulares, especialmente con el pintor italiano Amedeo Modigliani.

No obstante, no tardó mucho en destacar y lograr un cierto éxito, aprovechando entre otras cosas su carácter rebelde y provocador, que le llevó a protagonizar ciertos escándalos en los círculos culturales y artísticos que facilitaron su fama. Uno de los más famosos ocurrió años después en 1920, cuando su escultura Princesa X fue retirada de la exposición del Salón de los Independientes, por “fálica”. Y ciertamente, dicha figura tiene un total parecido con los miembros viriles, y ninguno con la representación de una princesa.