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Puertas del Baptisterio de Florencia de Andrea Pisano

Publicado por A. Cerra

Puertas del Baptisterio de Florencia de Andrea PisanoPese a que los Pisano, cuyos máximos representantes fueron Nicola y su hijo Giovanni, fueron una importante saga familiar de escultores en la Toscana, el autor de esta obra, Andrea Pisano, no tenía ningún vínculo familiar con ellos. Es más, él también comenzó otra saga de escultores, ya que también su hijo Nino se dedicó a esta disciplina artística. Lo que si era común era la ciudad de origen en Pisa, de ahí su sobrenombre.

Es importante este dato sobre Pisa, ya que estas puertas situadas en el lado sur del Baptisterio de Florencia, de alguna forma se plantearon para competir en belleza con las puertas de San Rainieri que en 1200 se habían hecho para la catedral pisana. Aunque hay que tener en cuenta la diferencia de años entre unas y otras, ya que esta obra de Andrea Pisano se hizo aproximadamente hacia 1330. Pero es que por aquellos tiempos había una intensa rivalidad artística, y más aún política entre Pisa y Florencia, y entre ambas urbes desarrolló su carrera este escultor.

Aquí hizo una obra en bronce, y es que la ciudad no escatimó en costes para la ejecución de estas puertas. Al igual que décadas más tarde siguió invirtiendo una enorme cantidad de dinero para ejecutar las otras puertas del Baptisterio, en este caso obra de Lorenzo Ghiberti y en formas ya plenamente renacentistas.

No obstante, antes de esas famosas puertas de Ghiberti, realizó Andrea Pisano éstas y curiosamente él trabajaba este delicado material martilleándolo y cincelándolo. Lo cual le da a este material unas formas muy peculiares, algo que captó desde joven la atención de uno de los más ilustres artistas florentinos: Miguel Ángel Buonarrotti.

Para la concepción de estas puertas había varios elementos ya impuestos. Uno de ellos era que cada escena se ve enmarcada por un cuadrilóbulo, y otro era que el tema a representar era la vida de San Juan Bautista, y es que no hay que olvidar que se trata del acceso a un baptisterio. Si bien, Andrea Pisano dedicó las veinte primeras escenas a la vida del Bautista, mientras que las ocho últimas son figuras femeninas alegóricas de las Virtudes.

Lógicamente ese enmarcado condicionó las formas de las figuras, y todas ellas responden a un canon un tanto elevado, y el artista se vio obligado a hacer un intenso trabajo en los pliegues de los ropajes, si bien los hizo con gran maestría ya que el resultado no da figuras ni muy volumétricas ni de apariencia muy nerviosas.

Cada una de las escenas compuestas merece atención, y se hallan recursos compositivos muy interesantes y novedosos. Por ejemplo, en algunas de ellas se observan elementos arquitectónicos de forma que crea en el relieve una especie de perspectiva de caja de muñecas. Mientras que en otros casos para ambientar la escena no duda en incluir elementos que remiten a un paisaje natural. En definitiva, es una obra de gran belleza y también de enorme influencia en la escultura italiana, ya que de alguna forma representa la cima de arte gótico y la anticipación de las formas ya renacentistas de la centuria posterior.