Puppy de Jeff Koons
El artista Jeff Koons ha sido uno de los grandes renovadores del panorama creativo a finales del pasado siglo XX. Koons ha recurrido a técnicas y trucos propios del marketing, la publicidad o la comunicación para dar a conocer su arte. Y al mismo tiempo también renovó las posibilidades materiales de ese arte, ya que ha usado elementos tan comunes como plexiglás o balones de baloncesto en sus creaciones. De alguna forma con gran parte de sus obras pretendía renovar corrientes anteriores de ese mismo siglo XX, como los ready made de Duchamp o el Pop Art tan típicamente norteamericano.
Es decir, su obra es de lo más variado. Pero hasta en un artista como Jeff Koons, asiduo a las series y donde la relación con la sociedad de consumo en la que vivimos es tan evidente, hay algunas creaciones que alcanzan el rango de ser algo único. Ese es el caso del gigantesco perro Puppy que Koons creó en Australia y que la Fundación Solomon Guggenheim adquirió para que se quedara sentado ante las puertas del Museo Guggenheim de Bilbao en 1997, unos días antes de que fuera inaugurada la impactante obra de Frank O. Gehry.
Se trata de una gran escultura (1240 x 1240 x 820 cm) que representa a un perro de la familia de los terrier y que lo hace a partir de una estructura de acero inoxidable que acoge una enorme cantidad de sustrato que es el alimento para mantener la piel de ese perro, que en vez de pelaje, tiene flores de variados colores. Son 38.000 flores vivas. Es decir, que es un gigantesco jardín que hay que cuidar y que también proporciona un aspecto distinto a la obra cada día del año.
Y para lograr eso, un amplio equipo de hasta 20 personas renueva la plantación dos veces al año. En plena primavera y tras el verano. E incluso cada cinco años, hay que renovar toda la tierra que queda oculta bajo las flores.
No obstante, todo se hace siguiendo las indicaciones del propio Koons, que dejó escrito los colores adecuados para su escultura (blancos, rosas, naranjas, rosas y azules). Así como las especies florales que se debían emplear: begonias, petunias y alegrías para la temporada calurosa, y pensamientos para los meses de frío.
Con ello se crea un manto de color que recibe a los visitantes y que según el propio Koons trata de infundir optimismo, confianza y seguridad a todas esas personas. Si bien es cierto que Puppy ha acabado siendo el perro más querido en Bilbao y seguramente el más fotografiado del mundo. Además de una interesante inspiración para el merchandising turístico de la ciudad y el museo. Es decir, tal y como pasa siempre con Koons, la relación entre sus obras y la sociedad de consumo es inevitable.