Egeria de Joana Vasconcelos
Joana Vasconcelos, nacida en el año 1971, es una de las artistas portuguesas más destacadas del panorama actual. De hecho, es una artista muy cotizada a nivel europeo y mundial, que ha expuesto su trabajo en algunos de los grandes museos del mundo. E incluso, en 2012 se convirtió en la primera mujer y la persona más joven en mostrar su trabajo en el Palacio de Versalles, donde como ya hemos visto en alguna otra ocasión anualmente tiene cabida el arte contemporáneo.
Pues bien, en 2018 ha expuesto su trabajo de manera retrospectiva en el Museo Guggenheim de Bilbao. Allí han llegado temporalmente algunas de sus obras más emblemáticas. No obstante, en el arte actual existe la tendencia de que los artista hagan obras ex profeso para exposiciones de estas características. Concebidas para un espacio determinado. Eso es algo que ya ha pasado en varias ocasiones en el museo bilbaíno, para donde se hizo en exclusiva la gran escultura La materia del tiempo de Richard Serra, o para donde concibió el popular perro de flores Puppy el artista Jeff Koons.
Así que ahora Joana Vasconcelos ha creado su obra Egeria para el atrio del Guggenheim de Bilbao. En realidad, la obra forma parte de un conjunto más amplio inspirado en las valquirias de la mitología de los países nórdicos. Son piezas a gran escala, concebidas para que floten sobre el espacio.
En este caso estamos ante una obra de enormes dimensiones, en la que como es habitual en esta artista usa tanto materiales de lo más comunes como otros de carácter más tecnológico. Así en la Egeria se mezcla el ganchillo de algodón tejido a mano y otros materiales textiles con la iluminación de miles de leds y microcontroladores.
El objetivo ha sido crear una estructura que interactúe con el edificio, tanto desde dentro ya que abarca varias plantas, como desde el exterior, al ser visible por sus ventanales y llamando la atención de los paseantes. Y llama la atención por sus formas bulbosas y sus potentes colores.
Así Vasconcelos ha creado la valquiria para el Guggenheim, para que sirva de guardiana del museo, pero que también evoque el poder creativo de las mujeres. Si bien hay que decir que no estamos ante una autora dogmática, que pretenda imponer muy claramente su mensaje. Todo lo contrario, porque es más partidaria de provocar la interpretación por parte de los espectadores. Y sin duda es una provocación visual el tono exuberante de esta obra, los vivos colores y la reutilización de materiales cotidianos.