Arte
Inicio Barroca, Escultura San Longinos de Bernini

San Longinos de Bernini

Publicado por A. Cerra

San Longinos en el Vaticano

Se trata de una enorme escultura de mármol realizada por Bernini entre los años 1629 y 1638, y que se puede ver en el interior de la Basílica de San Pedro del Vaticano.

Es una de las obras más monumentales de Gian Lorenzo Bernini, el escultor más prestigioso del Barroco italiano y europeo. Y pese a la monumentalidad que posee la figura es una obra que transmite movimiento y vida, especialmente por el dramatismo que aplicó a la hora de tallar los ropajes del santo. En realidad, ese dramatismo y movimiento en la ropa está concebido con una clara intención, ya que basta con fijarse en como la túnica se pliega y cae en cascada bajo el brazo izquierdo, lo cual junto a la postura del personaje con los brazos en cruz, guían la mirada del espectador en dirección oblicua y ascendente hacia la lanza que lleva en su mano derecha, la considerada la Santa Lanza, una reliquia que se conserva en la cripta del Vaticano que precisamente se sitúa bajo la escultura.

Como siempre en las obras de Bernini elige el momento más importante de la vida del personaje para representarlo. En este caso se trata del instante en que Longinos se convierte al Cristianismo. Según los textos bíblicos, Longinos fue uno de los centuriones romanos que llevó a Jesús a ser crucificado, y él concretamente le hirió en un costado con su lanza. Sin embargo, cuando Cristo estaba crucificado, él lo miró y dijo “verdaderamente era el Hijo de Dios”, convirtiéndose así a la fe cristiana. Por eso, Bernini lo representa mirando a lo alto, en este caso hacia la luz celestial que representa la enorme cúpula de San Pedro del Vaticano.

El gran logro de Bernini es la enorme imaginación y dramatismo que imprimía a sus esculturas, lo cual le llevaba la realización de un intenso trabajo previo antes de acometer la escultura definitiva en mármol. Por ejemplo, antes de esculpir el San Longinos se sabe que realizó hasta veintidós modelos previos en barro, material que él manejaba con gran destreza. Es precisamente en esos modelos donde se ve la gran formación clásica del escultor y la reverencia que sentía hacia las obras de la Antigüedad y sus precedentes renacentistas. Y a partir de ahí, él aplicaba a sus obras definitivas una mayor imaginación y libertad, transformando el modelo. Él mismo definía ese proceso creativo, en el que alcanza ese momento imaginativo pleno, como un instante de gracia divina.

Y es que Gian Lorenzo Bernini fue una persona sumamente creyente que trasladó toda su devoción cristiana a las formas artísticas, a las esculturas en concreto. Ejemplos de ello los podemos ver en muchas de sus obras como en la Tumba de Urbano VIII que también se conserva en la basílica de San Pedro, en el famoso grupo arquitectónico-escultórico de El éxtasis de Santa Teresa, o en las escultura de Santa Bibiana o del Profeta Habacuc, conservadas en sendas iglesias romanas, la de santa Bibiana y la de Santa María del Popolo, respectivamente.