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Santo Domingo Guzmán penitente de Juan Martínez Montañés

Publicado por A. Cerra

Santo Domingo Guzmán penitente de Martínez Montañés

Esta es una obra muy propia de su tiempo y del lugar donde se creó. Es decir, la España de la Contrarreforma, un ambiente en el que el arte religioso se decantó para las imágenes más sufrientes y devotas, y donde tuvo un desarrolló extraordinario las grandes tallas realizadas en madera policromada. Un campo en el que el escultor Juan Martínez Montañés creó obras tan emblemáticas como el Cristo de la Clemencia o esta figura de Santo Domingo Guzmán penitente, una obra de 1607 que actualmente se conserva en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.

Sus propios coetáneos llegaron a llamarle a Montañés, “el dios de la madera”. La verdad es que su trabajo se reducía tallar las figuras y escenas en ese material. Ya que la posterior pintura no la hacía él. Ni estaba cualificado, ni estaba permitido, ya que había una normativa que obligaba a que esta parte la realizara un pintor acreditado. Y en el caso de Martínez Montañés para ello contó en muchas ocasiones con Francisco Pacheco, que era ni más ni menos que el maestro y suegro de Diego Velázquez.

De hecho, tanto Martínez Montañés, como Pacheco o Velázquez, tenían origen andaluz, al igual que Bartolomé Esteban Murillo, lo que nos habla de la pujanza artística de ese territorio de España durante la época del Barroco.

En concreto J. M. Montañés nació en el 1568 en la población de Alcalá la Real de la provincia de Jaén. Pero desde ahí se marchó como aprendiz a la ciudad de Granada, donde recibió gran parte de su formación hasta que estaba preparado para irse a la gran capital cultural y artística del momento: Sevilla. La cual además era una urbe muy rica, sobre todo porque en el siglo XVII ya se había convertido en la principal vía de entrada de muchas de las riquezas y mercancías que llegaban de las colonias de América. Como muestra de ello, no hay más que recordar la conocida como Torre del Oro a orillas del río Guadalquivir, gran puerto fluvial de la época.

Y por cierto, desde ese puerto también zarparon buques rumbo al continente americano donde se llevaban esculturas de Juan Martínez Montañés, y es que su prestigio como autor de imágenes piadosas pronto traspasó los límites de Andalucía y le llegaron encargos de la diócesis de todo el territorio español y también de las colonias al otro lado del Atlántico.

Por lo tanto es evidente que fue el gran referente del arte religioso escultórico de ese momento. Él creó todos los iconos propios de la Contrarreforma y se convirtió en una influencia para artistas de su tiempo y también posteriores a su muerte. Hecho que sucedió evidentemente en Sevilla en el año 1649.