Iglesia de Santo Domingo de Soria
Esta iglesia de la provincia española de Soria se originó a inicios del siglo XII, en época románica. Pero de aquella fase inicial, tan apenas nada, salvo alguna parte de la robusta torre. Y para entonces se concibió como iglesia de Santo Tomé. No obstante, ya a finales de este mismo siglo XII, por impulso del rey castellano Alfonso VIII y su esposa francesa Leonor de Plantagenet, se decidió ampliar aquel templo inicial y darle mayor prestancia.
Para ello se dotó a la iglesia de una monumental fachada que sin duda recuerda a la iglesia de Nuestra Señora de Poitiers en Francia. Unas similitudes que hay que atribuir al mecenazgo de Leonor de Plantagenet, perteneciente a una dinastía francesa con ramificaciones por diversos lugares de Europa, como España y sobre todo las islas Británicas.
No obstante, hay que decir que la iglesia medieval y románica, no ha llegado de forma íntegra hasta nuestros días. Se mantienen su preciosa fachada y sus tres naves originales, pero a partir del crucero es de época posterior. En el siglo XVI el templo fue remodelado y ampliado, ya que junto a él se estableció un convento de dominicos que comenzó a usar la iglesia parroquial como recinto conventual. Y fue a partir de entonces cuando se le empezó a conocer como iglesia de Santo Domingo, el nombre que ha perdurado hasta nuestros días, aunque en la actualidad y desde hace mucho tiempo ya no pertenezca a la orden de los monjes dominicos.
Desde luego que lo más espectacular del conjunto es su fachada. Un caso muy singular dentro del Románico en España por la citada influencia francesa. Algo que por cierto también se nota en otros templos castellanos promovidos por el matrimonio de Alfonso VIII y su esposa Plantagenet, como por ejemplo la Catedral de Cuenca.
En el caso del templo soriano, la fachada recuerda los frontones triangulares, que aquí se corona en la cúspide por una cruz florenzada y en la parte superior del se abre un gran rosetón. Más abajo y en los lados hay unas dos filas de arcos ciegos superpuestos, y en el centro se dispone el arco de la portada abocinada en cuyos capiteles, arcos de la arquivoltas y tímpano aparece un repertorio en relieve excepcional, inspirado obviamente en los relatos bíblicos.
Dominando todo, en el tímpano está Cristo convertido en trono para el Niño, rodeado por el Tetramorfos, ángeles, el profeta Isaías y la Virgen. Y luego tanto en los capiteles de las columnas de las jambas como en el recorrido de las arquivoltas se pueden identificar perfectamente escenas del Génesis, de la Natividad o de la Resurrección de Cristo. Todo hecho con personajes labrados en relieves, pero cuyo volumen casi las convierte en figuras de bulto redondo.