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Sepulcro del Cardenal Cisneros

Publicado por A. Cerra

Sepulcro del Cardenal Cisneros

Este sepulcro realizado en mármol de Carrara es una de las más emblemáticas del arte funerario del Renacimiento español. Y con ella están relacionados algunos de los nombres más importantes de aquel momento en este tipo de sepulcros. El hecho es que la obra la diseñó el italiano Domenico Fancelli (1469 – 1519), afincado durante mucho tiempo en España y donde dejó sus grandes obras, especialmente el Sepulcro de los Reyes Católicos ubicado en la Capilla Real de Granada.

Pero Fancelli recibió este encargo solo un año antes de morir, por lo que únicamente le dio tiempo a diseñar y comenzar el trabajo. Por eso lo hubo de continuar su discípulo más aventajado: Bartolomé Ordoñez (h. 1480 – 1520), autor de otras obras fúnebres muy destacadas como la dedicada a Don Felipe y Doña Juana. Sin embargo, tampoco le dio tiempo a concluir el sepulcro del Cardenal Cisneros, por lo que obra finalmente la terminaron en 1521 sus ayudantes Juan Florentino y Simón de Bellana.

El encargo era muy importante, ya que se trataba de rendir homenaje ni más ni menos que Francisco Jiménez de Cisneros, el cardenal que fue el influyente hombre de confianza de los Reyes Católicos. Un personaje que decidió que quería ser enterrado en el interior de la Universidad de Alcalá de Henares, que él mismo había impulsado.

Todavía hoy el sepulcro permanece ahí, en concreto en la Capilla de San Ildefonso. Sin embargo la historia del monumento y también de los restos del cardenal ha sido muy movida. Tanto que el sepulcro ha retornado a la Universidad, sin embargo los restos fúnebres de Cisneros se encuentran en la Catedral alcalaína que él también promovió.

La obra tiene unas dimensiones considerables con casi 2,50 metros de ancho, más de 3 metros de largo y prácticamente dos de altura. Todo ello labrado en exquisito mármol blanco. En sus frentes se ven las figuras de santos relacionados con la educación en clara alusión a la Universidad de Alcalá de Henares, además de la presencia de los cuatro Padres de la Iglesia. Y por supuesto merece una mención especial la figura yacente del cardenal con su túnica episcopal y el báculo pastoral.

Pero además de la obra funeraria en sí, lo cierto es que todo el conjunto de la capilla es realmente espectacular. La realizaría entre 1510 y 1516 el arquitecto Pedro Guimel que fue capaz de integrar en esta obra eminentemente renacentista y en un entorno humanista el legado mudéjar en los artesonados y el recuerdo medieval en las yeserías. Todo un conjunto de lo más interesante, que antaño además tenía una rejería realizada a finales del siglo XVI por Nicolás de Vergara, tanto el padre como el hijo, que juntos fueron los mejores broncistas de España, tanto es así que se les ha llegado a comparar con el mismísimo Benvenuto Cellini.