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Relicario de Carlomagno

Publicado por A. Cerra

Relicario de Carlomagno

Estamos ante una importante pieza de orfebrería de arte gótico, ya que se realizó en el año 1349, mucho después de la vida del emperador Carlomagno. En realidad, fue una pieza que encargó el rey francés Carlos IV, quién hizo que se labrara este relicario y que contuviera el supuesto retrato del monarca ideal de la Edad Media. Una imagen que no solo iba a destinarse a guardar reliquias, sino que en el futuro además iba a sacarse en procesión cada vez que se coronara un nuevo rey.

Lo cierto es que durante todo el Medievo los reyes germánicos hicieron constantes referencias al reinado y la figura de Carlomagno, desde Otón III que mandó abrir su tumba para presentarle sus respetos hasta Federico Barbarroja quién impulsó su canonización.

Y por supuesto también lo hicieron los monarcas franceses. Entre ellos, Carlos IV que también extendió este culto, más aun apoyándose en la coincidencia de sus nombres, como si eso fuera una garantía de que su importancia histórica iba a ser semejante. De ahí, que exista este gran relicario, parcialmente realizado en oro y con piedras preciosas, que en la actualidad se expone en la sala del Tesoro de la Catedral de Aquisgrán, la ciudad por antonomasia asociada a Carlomagno y donde se encuentra la famosa Capilla Palatina.

No obstante, no solo fue Carlos IV quién explotó la similitud de nombre para emparentarse con esa figura histórica. También lo hizo después el rey Carlos V, el cual encargó hacia el año 1380 un nuevo cetro. Y ese cetro estaba coronado con una figura que también representaba de forma ideal al gran Carlomagno. Y se representaba como gran gobernante, pero también como destacado defensor de la fe cristiana, ya que por ejemplo en ese cetro y bajo la figura del monarca entronizado hay un medallón circular en el que vemos como el apóstol Santiago se le apareció al mítico emperador en su lucha contra los musulmanes que ya habían tomado toda la Península Ibérica, un hecho que se había convertido en un leyenda muy creída y extendida, pero que independientemente de su veracidad hablaba de la dimensión no solo política, sino también religiosa que había alcanzado aquel monarca.

Cetro de Carlos V