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Amazona de frente de Manet

Publicado por A. Cerra

Amazona de frente de Manet

A Edouard Manet, cuando ya era un pintor reconocido y respetado, el ministro de Bellas Artes de Francia, Antonin Proust le encargó una serie de pinturas para representar las cuatro estaciones. Sin embargo, esa serie nunca la completó el artista debido a su fallecimiento. Aunque sí que nos ha llegado este cuadro de Amazona de frente, integrante de ese trabajo. Una obra que hizo hacia el año 1882 o el 1883, el mismo año de su fallecimiento.

Lo cierto es que no era nada novedoso representar a mujeres vestidas con diversos atuendos para representar las diversas épocas del año, hasta las admiradas estampas japonesas que tanto gustaban en la época, lo había hecho así tradicionalmente en el arte nipón, usando para ello la imagen de cortesanas.

Manet dejó esa serie con la imagen de la Primavera y el Otoño, usando en ambas como modelos a dos célebres actrices de la época. Sin embargo, para la personalización femenina de Verano eligió a una joven desconocida, la hija de unos libreros que frecuentaba el artista. Fue ella la que posó como amazona para la obra.

Y es que el pintor se inspiró en Baudelaire para vestir a sus modelos, porque al igual que el escritor también pensaba que la moda y la modernidad debían incluirse en el arte de su tiempo. Por ello, a la actriz Jeanne Demarsy la vistió con un traje de flores y un fondo también floral, sin duda la forma más clara de hablar de la primavera. En cambio, a Mery Laurent la modelo otoñal la cubrió con una pelliza marrón. Y para el verano eligió los tonos azules algo andróginos de este traje de amazona con los que se vistió la joven Saguez. Por cierto, con ella trabajó en tres representaciones distintas, ya que también se conocen otros lienzos inacabados en los que la vemos vestida de amazona, pero en un caso posando de perfil y en otro de cuerpo entero.

Sin duda, la luz vibrante del exterior es lo que más podemos vincular con ese momento del año. Una luz que hace brillar su rostro y que desde luego es fruto del contacto de Manet con el grupo de los impresionistas. Si bien, solo era simpatizante de esas teorías y tomaba aquello que creía más interesante. Pero no era un enemigo acérrimo del dibujo. Algo que se puede ver a las mil maravillas en esta obra, porque parte del encanto de la misma es que no está completamente acabada de manera que se aprecia el modo de trabajar del artista, quien sorprendentemente es de una soltura absoluta al pintar, como si actuara sin titubeo alguno a la hora de aplicar los colores y pinceladas.

Podemos ver como bosquejaba, definía la forma y luego definía con fuerza a base de color. Y tenemos partes de la tela con todo ese proceso, algo que aquí no solo es fascinante para conocer su trabajo creativo y su maestría, sino que además sirve para ver una obras plagada de contrastes y de elementos de interés.