Avenida bajo la lluvia de Childe Hassam
Al estadounidense Childe Hassam (1859 – 1935) hay que considerarlo uno de los principales pintores del impresionismo en el país americano, si bien es cierto que ni por generación, ni por contacto personal se puede vincular con los grandes maestros del Impresionismo francés. De hecho, Hassam en uno de sus diferentes viajes a Europa acabaría haciéndose cargo del estudio de Renoir, y él mismo confesaría que no sabía demasiado sobre ese pintor, ni le interesaba, pero que al ver algunos de los bocetos que el artista francés había abandonado en su estudio se quedó deslumbrado, ya que descubrió algunos experimentos pictóricos con color puro que en realidad eran lo que él estaba tratando de hacer.
Childe Hassam se acercó a la pintura a una edad avanzada, ya que empezó a ganarse la vida como ilustrador de diversas revistas y de cuentos. Sin embargo, emprendió un primer viaje a Europa y descubrió la obra de William Turner, algo que le marcó. Más tarde conocería los trabajos de gente como Monet o de Alfred Sisley, y aunque se sentía más vinculado con el arte más tradicional, consideró que hacían cuadros con “mucho encanto y que perdurarían”.
El caso es que conforme viajaba y evolucionaba su arte cada vez ganaba más prestigio y al mismo tiempo sus formas evolucionaban hacia el pleinairismo de los pintores impresionistas. Y así llegaron sus obras más famosas realizadas entre los años 1916 y 1919. Fueron su serie de Banderas compuesta por 30 cuadros distintos. Todos ellos de tremendo éxito, más aún teniendo en cuenta el momento histórico en el que se concibieron. Es decir, en una época de clara atmósfera bélica y patriótica debido a la Primera Guerra Mundial.
De toda esa serie la imagen más famosa a día de hoy es la que os mostramos aquí. Un cuadro titulado Avenida bajo la lluvia realizado en el año 1917. Un cuadro realizado casi a la par que se conoció la noticia de que Alemania había levantado las restricciones a sus submarinos para que pudieran torpedear a barcos de banderas neutrales, incluida la estadounidense. O sea que el contenido patriótico es obvio. Más aún en unas fechas en las que eran habituales los desfiles en la 5ª Avenida de Nueva York totalmente adornada por las barras y estrellas.
La popularidad del cuadro es innegable. Algo que se vio multiplicado cuando en los años 60 se donó a la Casa Blanca de Washington, donde incluso desde hace unos años está colocada en el famoso Despacho Oval del Presidente de los Estados Unidos.