Arte

Collioure según Matisse

Publicado por A. Cerra
Vista de Collioure de Matisse

Vista de Collioure de Matisse

Henri Matisse (1869 – 1954) nació en el norte de Francia y de joven inició los estudios de jurisprudencia. Pero durante un periodo de enfermedad, su madre le dio unos pinceles para que estuviera entretenido, y desde ese momento ya nunca abandonó la pintura. De hecho abandonó sus estudios y se matriculó en la escuela de pintura, primero con el pintor académico Bouguerau, y posteriormente con el maestro del arte simbolista Gustave Moreau, una influencia decisiva que sobre todo le sirvió para adentrarse a conocer la Historia del Arte.

Poco después conocería a otro gran referente de juventud, el pintor impresionista Camille Pissarro. Y así fue entablando amistad con una larga lista de pintores de su época como Roualt, Marquet, Derain, Signac o Vlaminck.

Concretamente con André Derain decidió viajar en 1905 hasta Collioure, un pequeño pueblo mediterráneo, casi en la frontera entre el país galo y España. Este viaje fue toda una revelación para ambos, porque allí descubrieron una luz diferente, la del mar Mediterráneo y además conocieron la obra de Paul Gauguin, una influencia decisiva para la llamada pintura fauvista, de la que Matisse se iba a convertir en el máximo exponente.

De hecho, fue en Collioure donde su pintura se aventuró a utilizar únicamente los tonos puros de color, generadores de espacio y luz por sí mismos. Y por si fuera poco un año después conocería por esta misma zona al otro gran mito de la pintura de las vanguardias históricas: Pablo Picasso, el cual estaba por la región con Georges Braque creando lo que sería la pintura cubista.

El hecho es que Henri Matisse tras ese viaje inicial a Collioure ya casi no abandonaría la costa francesa del Mediterráneo. Salvo algún viaje por el norte de África y por el sur de España, su rincón preferido fue esa región gala, y desde 1917 se instaló de forma permanente en la ciudad de Niza hasta su muerte.

Durante todo ese tiempo su carrera estuvo en perpetua evolución, de un modo muy tranquilo pero sin pausa, y jamás se adscribió a los muchos grupos vanguardistas de la época ni firmó los típicos manifiestos de presupuestos artísticos. Y sin embargo sí que reflexionó abundantemente sobre la teoría de la pintura y del arte, y sobre los procesos de creación.

En realidad, Henri Matisse está considerado como uno de los grandes genios de la modernidad artística, y sobre todo es admirado por su capacidad innata para hacerla comprensible. De hecho su pintura plasma su facilidad para la creación, su intención expresiva y una alegría muy natural, aparentemente sencilla y rotunda. Como si pintara sin esfuerzo alguno.

Y tal y como él dejó escrito, su método era pintar con libertad, liberar el color y la pincelada, a lo que se suma su extraordinaria capacidad para dominar todos los recursos del oficio, como es la composición de todas y cada una de sus obras. Y siempre partiendo de la realidad, pero él era consciente de que “pintaba cuadros” y por eso interpretaba esa realidad y creaba unas representaciones del mundo, cuyas formas son inmediatamente reconocibles como salidas de la mano y la mente de Matisse.