El Viejo puente de André Derain
André Derain es uno de los máximos representantes de la corriente fauvista en la pintura de las primeras décadas del siglo XX. Y él precisamente fue quién realizó varias obras en las que lleva hasta sus extremos la idea de una exaltación sistemática y radical del color, siguiendo la consigna de los artistas fauvistas que mantenían que la clave era pintar “el color por el color”.
Con ese objetivo no dudaba en usar los colores puros, no a lo largo y ancho de toda la tela, pero si en los puntos de la escenas en los que quería plasmar de forma contundente los contrastes.
Siendo que su principal objetivo estaba protagonizado por el color, en su pintura no se preocupa en exceso por la veracidad de lo representado, prefiere darle mucho más valor a la intensidad, al esplendor de los tonos, reforzándose unos a otros. Y eso en ocasiones crea que sus imágenes den la sensación de abigarramiento, pero en realidad lo que está buscando con esas composiciones es lograr una armonía cromática de extraordinaria riqueza.
En definitiva, André Derain (1880 – 1954) junto al pintor Maurice de Vlaminck representan el Fauvismo de los comienzos, unos inicios a su vez basados en los puntos de partida creados por el artista postimpresionista Paul Gauguin. Tanto Derain como Vlaminck se inicia en el Fauvismo de una forma instintiva y elemental, mientras que otras artistas adscritos después a este estilo artístico como Henri Matisse, Albert Marquet o Raoul Dufy lo harán de una forma más sistemática y teorizarán sobre ese dominio del color en la pintura.
Todos ellos coincidieron en un momento u otro en diferentes lugares que les inspiraban y que les servían de motivo para reunirse y hablar de forma continua sobre el arte y sobre las múltiples vanguardias de los inicios del siglo XX. Y muchos de ellos pintaron en diversas ocasiones puentes sobre diversos ríos.
Por ejemplo, André Derain además de este Viejo puente también pintó el Puente de Waterloo que se conserva en el museo Thyssen de Madrid. O Maurice de Valminck nos dejó varias telas del puente de Chaitu, el cual también fue retratado por Derain.
Estos puentes le servían a Derain para pintar diferentes espacios, tanto acuáticos como aéreos y terrestres, como se puede ver en esta tela de El Viejo puente. Está claro al observar el cuadro el protagonismo absoluto de las manchas de color, no obstante Derain no renuncia al uso de la perspectiva. Por ejemplo, aquí las horizontales acaban convergiendo en los arcos del puente. Y toda la panorámica la organiza teniendo en cuenta el punto de fuga del paisaje.
También se puede apreciar como reduce a su mínima expresión el dibujo, que viene casi indicado por las pastas de color. De esta forma todo en el cuadro queda sumamente simplificado, y aún así no llega a deformar los elementos del paisaje, como si ocurre en otros cuadros del movimiento fauvista.