Grupo familiar en un paisaje de Franz Hals
Esta pintura realizada al óleo y sobre soporte de lienzo la hizo el artista holandés Franz Hals entre los años 1645 y 1648. Y en la actualidad la obra es propiedad del Museo Thyssen Bornemisza de Madrid.
Una de las peculiaridades de este gran retratista del arte Barroco, es que por muy complicada que fuera la representación a realizar o por muchos personajes que hubiera de ser retratados, como por ejemplo en obras como el Banquete de los arcabuceros de San Jorge de Haarlem, Hals no realizaba bocetos previos. Él se lanzaba directamente a pintar sobre la tela.
Esa capacidad solo era posible gracias a su inmensa habilidad para la pintura y a que él antes de acometer la obra ya llevaba el resultado final al completo en su mente. Para ello ubicaba cada uno de sus personajes en la tela mediante unos brochazos iniciales que le servían para definir a grandes rasgos cada una de las figuras. De esta forma, quedaba ya establecida la postura de cada una de ellas y las relaciones que habrían de mantener entre sí.
En este caso vemos a toda la familia situada sobre el fondo oscuro que conforman los árboles del bosque, mientras que la zona de la claridad la sitúa en más o menos la mitad derecha de la tela, donde se descubre un luminoso paisaje con las típicas llanuras de Holanda. En toda esta zona del paisaje, dos terceras partes de la tela están ocupadas por un inmenso cielo, de manera que baña de luz toda la tela, pese a la espesura del bosque.
En cuanto a la familia, vemos a los dos padres sentados y flanqueados por sus hijos. Todos ellos con la cabeza cubierta, mientras que el criado de color, aparece también aunque un tanto retrasado respecto a la línea familiar, un poco en sombra y sin ningún tipo de sombrero. Gracias a que está un poco en penumbra, no llama excesivamente la atención que sea negro.
Pero la familia no estaría así completa, también se descubre un perro detrás de la hija, que nos mira curioso y orgulloso de formar parte del retrato familiar.
La pareja de padres se miran y se agarran la mano, de manera que con ese sencillo gesto el pintor nos muestra el afecto existente entre ambos.
Como es habitual en muchas de las obras de Hals, sobre todo en los retratos, sean personajes de renombre como el de Pieter van der Broecke o anónimos como La Gitana, suele recurrir a un gama bastante restringida de colores. Aquí básicamente grises, blancos y negros, con notas de color carne, ocre para las faldas, y el marrón para el sirviente.