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Helena de Evelyn de Morgan

Publicado por A. Cerra

Helena de Evelyn de Morgan

Lamentablemente no son demasiadas las mujeres que aparecen destacadas en los libros de Historia del Arte. Y además esos escasos nombres femeninos se van repitiendo, citando casi siempre a artistas como la renacentista Artemisia Gentileschi o la pintora del Impresionismo Mary Cassat.

Sin embargo, otras muchas mujeres se atrevieron en su momento a emprender la carrera artística, pese a que sabían que su sexo les hacía mucho más difícil el camino hacia el éxito y el reconocimiento. Hoy os queremos hablar de una de esas mujeres, la británica Evelyn de Morgan, la autora de este cuadro titulado Helena de Troya.

En realidad, su nombre era Mary Evelyn Pickering, sin embargo desde que se casó, el apellido de su marido William de Morgan, un prestigioso ceramista. Evelyn nació en Londres en 1855, en el seno de una familia acomodada, lo cual le permitió recibir clases de pintura. Y además pudo viajar para descubrir lugares como Florencia, donde quedó absolutamente maravillada por el arte de Sandro Botticelli.

De ahí que no sea extraño que su obra se desarrollara por unos derroteros pictóricos afines a la Hermandad Prerrafaelita que tanta presencia tuvo en el panorama artístico británico de finales del siglo XIX. De hecho fue amiga de muchos de sus representantes, y fiel seguidora del arte de Burne Jones.

Si bien, aunque su estética es indudablemente deudora del arte prerrafaelita, su temática está pasada por el tamiz de una mujer. De ahí que en sus escenas, bien sean religiosas o de temática literaria y mitológica, suelan aparecer imágenes femeninas, cargadas de simbolismos y de alegoría, como este caso de Helena. Y es que lo cierto fue que Evelyn de Morgan alcanzó con su pintura cierto renombre, y esa labor artística la compaginó con la lucha por los derechos de la mujer, participando en especial con los movimientos de las sufragistas. Así como se declaró antibelicista, como su marido con el que vivió desde 1887 hasta el fallecimiento de él en 1917, y tan solo un par de años más tarde murió Evelyn.

El resultado de todos esos años de producción artística es un conjunto de cuadros dominados por la estética arcaizante del Prerrafaelismo, la cual cuadra a la perfección con la espiritualidad de sus obras. En ellas es evidente el total protagonismo del dibujo frente al color, que siempre es muy suave y parece quedar como compartimentos estancos rodeados de líneas sinuosas que proporcionan ritmo a sus escenas y dinamismo a sus personajes. Y esta imagen de Helena de Troya es un magnífico ejemplo de ello.